sábado, 27 de junio de 2015

San Juan & San Juan

La Noche de San Juan, celebrada el pasado 24 de junio, es una festividad cristiana que (como muchas otras) coincide con otras fiestas de origen pagano (Litha, solsticio de verano) en las que se suelen encender hogueras o fuegos. La finalidad de este rito en la Antigüedad era la de dar fuerza al sol, que en estos días empezaba a "debilitarse" (los días se van haciendo más cortos hasta el solsticio de invierno). Simbólicamente, el fuego también tiene una función "purificadora" en las personas que lo contemplaban. 


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Noche de San Juan en Helsinki, Finlandia, en 2005

Resulta curioso que se celebre el día 24 de junio, seis meses antes del 24 de diciembre. Son los nacimientos de Juan Bautista y Jesús, respectivamente. Por otra parte, el nacimiento de Juan Evangelista es el 27 de diciembre, tres días después del nacimiento de Jesús. Ahora bien, la pregunta es, ¿existió alguna relación en especial entre Juan Bautista y Juan Evangelista? 

Recordemos. Juan el Bautista fue un predicador judío, considerado profeta en las tres religiones: Cristianismo, Islam y Fe Bahá'í. Se ha especulado con que el Bautista y Jesús de Nazaret tenían relación con el movimiento judío de los esenios o incluso pertenecían a la secta, ya que en los manuscritos de Qumrán, (pergaminos encontrados en una cueva cerca del Mar Muerto), que contienen mucha información sobre los esenios, tiene también numerosos puntos en común con el mensaje cristiano. No puede descartarse que el Bautista o Jesús hubiesen vivido un tiempo en esa comunidad y hubiesen recibido de ella, en parte, su formación religiosa. Juan el Bautista es figura sumamente importante en el cristianismo en cuanto que es el precursor del Cristo y quien le bautiza en el río Jordán. Pero también aparece en el Corán, resaltado como un profeta lleno de virtudes y a quien Mahoma encuentra durante el Isra, su legendario viaje nocturno a Jerusalén. Al Bautista se le representa siempre como un eremita, vestido con piel de camello y acompañado de un cordero. Suele ir con una cruz de palo y una filacteria que reza "ECCE AGNUS DEI", es decir, "He aquí el cordero del Señor"; que redime el pecado del mundo.

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"San Juan Bautista", por Bartolommeo Veneto

Por otra parte tenemos a Juan Evangelista, la denominación convencional del autor del Evangelio de Juan, además del texto neotestamentario del Apocalipsis. El autor (o autores) de estos textos era (o eran) judíos que escribían para un público que no estaba familiarizado con las costumbres judías. Según la tradición, Juan lo hizo para las siete iglesias de Asia. En cuanto al estilo, el autor (o autores) del Evangelio de Juan sería, de los cuatro evangelistas, el más poético y conceptual. Se le considera el precedente de la teología mística cristiana. Además de atributos genéricos como el libro y la pluma, la iconografía específica de Juan como evangelista incluye la llamada águila de San Juan, que le distingue de los otros tres. Se le suele representar con aspecto más juvenil que los demás, y a menudo imberbe. Y no sólo eso, sino que parece ser que fue discípulo de Juan Bautista junto a su hermano Andrés antes de convertirse en seguidor de Jesús.

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"San Juan Evangelista"

Ahora bien, ¿qué tienen en común ambos personajes, aparte del nombre? Uno imberbe, otro barbado. Uno antes de Jesús, otro después. Uno discípulo, otro quasi maestro. Y ambos tiene semejanza con el dios romano Jano. No sólo por la similitud de sus nombres (en latín Janus, Ianus), sino porque ambos representan dos aspectos de la misma realidad: Jano era una deidad que tenía dos caras mirando a ambos lados de su perfil... una barbada y la otra imberbe. Representaba el pasado y el futuro, los comienzos y los finales, las entradas y las salidas (era el dios de los portales). Por eso le fue consagrado el primer mes del año (que en español pasó del latín Ianuarius a Janeiro, y de ahí Janero derivó a Enero). También se le invocaba al comenzar una guerra, y durante el tiempo que duraba el conflicto las puertas de su templo permanecían abiertas. 

   

Algunos caballeros templarios (como los de la Orden de Malta) dedicaron un fuerte culto al dios Jano, pues le identificaban con los dos Juanes. También en la francmasonería tienen gran importancia ambos Juanes, pues son los santos patrones del oficio, y lo han sido como mínimo trescientos años. Jano (o el Bautista y el Evangelista) es el vidente, el conocedor de todas las cosas pasadas y futuras cuyo momento es el punto de transición entre un ciclo y el siguiente. En algunas leyendas, Jano sostiene el número 300 en una mano y el 65 en la otra, lo que suma el número de días de un año solar, y lo que hace de él un kosmokrator, guardián o controlador del tiempo cósmico, de igual manera que la divinidad persa Mitra. En muchos sentidos, los atributos de doble cara del dios se corresponden con sus equivalentes cristianos, Juan el Bautista y Juan el Apóstol, que miran respectivamente hacia el día más largo y hacia el más corto del año: sus nacimientos. Sus respectivos principios.


De manera que tanto el dios Jano como los santos Juan Bautista y Juan Evangelista son en realidad distintas representaciones del Sol Invictus, pero una y la misma cosa: guardianes del tiempo y conocedores del pasado y el futuro. ¿Quién conocía esta relación? ¿Quizá aquel pintor que siempre se consideró que fue "por libre" en la corte de Felipe II?  Sí, hay un cuadro de Doménikos Theotokópulos, llamado "El Greco", que podría responder a esa pregunta. 

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"San Juan Bautista y San Juan Evangelista", del Greco.
Museo Nacional del Prado (Madrid)

Se trata de una representación en la que los dos Juanes comparten lienzo, mirándose uno a otro (aparentemente contrario al dios Jano... o quizá por eso precisamente). San Juan Bautista lleva la tradicional cruz de palo, y a sus pies descansa el Cordero Místico. Por su parte, San Juan Apóstol tiene a su lado el águila evangélico y sostiene en su mano el cáliz gnóstico del que surge una pequeña serpiente, símbolo del conocimiento oculto. No es muy habitual ver a estos dos personajes compartiendo lienzo. Y teniendo en cuenta que El Greco siempre se consideró místico antes que pintor, no sería descabellado suponer que tenía constancia de la relevancia de los dos Juanes en cultos como la Orden del Temple o los francmasones en tiempos de Felipe II. No olvidemos que el pintor griego pasó mucho tiempo en El Escorial, cuya biblioteca es de las más importantes del mundo. No sería raro que El Greco hubiese pintado esta obra conociendo la relación de los Juanes con el dios Jano. Ya había pintado obras que significaban mucho más que lo que aparecía a simple vista. Y en este caso, está representando a los guardianes del tiempo cósmico.

En Bianor Tours tenemos una ruta que trata de desvelar precisamente el verdadero significado de algunas de las obras más conocidas de la cultura pictórica europea. Y por supuesto hablamos del Greco, una de las figuras más importantes del siglo XVII, y de la relación que mantuvo con los místicos de su tiempo. Si desea más información, no dude en consultarnos. Gracias.

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sábado, 13 de junio de 2015

Réquiem por el Conquistador

Un día como hoy, el 13 de junio del año 323 a.C. fallecía en Babilonia el rey Alejandro III de Macedonia, más conocido como Alejandro Magno.Hijo y sucesor de Filipo II de Macedonia y de Olimpia de Epiro, su padre lo había preparado para gobernar, proporcionándole experiencia militar desde los nueve años y encomendando a Aristóteles su formación intelectual. Alejandro Magno dedicó los primeros años de su reinado a imponer su autoridad sobre los pueblos sometidos a Macedonia, que habían aprovechado la muerte de Filipo para sublevarse. Y enseguida (en el 334 a.C.) lanzó su ejército contra el poderoso y extenso Imperio Persa, continuando así la empresa que su padre había planificado antes de morir: una venganza de los griegos (liderados por Macedonia) contra los persas. 


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Busto de Alejandro en el Museo del Louvre

En su reinado de 13 años cambió por completo la estructura política y cultural de la zona al conquistar el Imperio aqueménida y dar inicio a una extraordinaria época de intercambio cultural, en la que los griegos se expandieron por los ámbitos mediterráneo y próximoriental. Es el llamado Período Helenístico (323-30 a.C.). Tanto es así que sus hazañas lo han convertido en un mito y, en algunos momentos, una figura casi divina posiblemente por la profunda religiosidad que manifestó a lo largo de toda su vida.

Tras consolidar la frontera de los Balcanes y la hegemonía macedonia sobre las ciudades-estado de la antigua Grecia, poniendo fin a la rebelión que se produjo tras la muerte de su padre, Alejandro cruzó el Helesponto a Asia Menor y comenzó la conquista del Imperio Persa, regido en aquellos tiempos por Darío III.

 
Darío III, en el Museo Nazionale di Capodimonte (Nápoles)

Victorioso en las batallas de Gránico (334), Issos (333), Gaugamela (331) y de la Puerta Persa (330), se hizo con un dominio que se extendía por la Hélade, Egipto (donde fue coronado faraón), Anatolia, Oriente Próximo y Asia Central hasta los ríos Indo y Oxus. Habiendo avanzado hasta la India, donde derrotó al rey Poro en la batalla de Hidaspes (326), la negativa de sus tropas de continuar hacia Oriente le obligó a retornar a Babilonia, donde falleció sin haber podido completar sus planes de conquistar la península arábica. Con la llamada "política de fusión", Alejandro promovió la integración de los pueblos sometidos a la dominación macedonia promoviendo su incorporación al ejército y favoreciendo los matrimonios mixtos. Él mismo se casó con dos jóvenes persas de noble cuna, y engendró hijos aunque no llegó a conocerles.

El conquistador macedonio falleció en circunstancias misteriosas, dejando tras su muerte un extenso imperio pero sin consolidar. El control sobre diversas regiones era débil en el mejor de los casos, y había partes del norte de Asia Menor que jamás se encontraron bajo dominio macedonio. Al morir sin haber nombrado claramente un heredero le sucedió su medio hermano Filipo III Arrideo (323-317), que era deficiente, y su hijo póstumo Alejandro IV (323-309).Meros figurones, el verdadero poder quedó en manos de sus generales, los llamados diádocos (sucesores), que iniciaron una lucha despiadada por la supremacía que conduciría al reparto del imperio de Alejandro y su fraccionamiento en una serie de reinos, entre los cuales acabarían imponiéndose el Egipto ptolemaico (dirigido por el general Ptolomeo), el Imperio Seleúcida (comandado por el general Seleuco) y la Macedonia antigónida (dirigida por el general Antícenes). 

Mapa que muestra cómo los diádocos se repartieron el Imperio de Alejandro Magno

Alejandro es el mayor de los iconos culturales de la Antigüedad (en Grecia está considerado héroe nacional), ensalzado como el más heroico de los grandes conquistadores, como un segundo Aquiles; o vilipendiado como un tirano megalómano que destruyó la estabilidad creada por los persas. Su figura y legado ha estado presente tanto en la historia y la cultura tanto de Occidente como de Oriente a lo largo de más de dos milenios, y ha inspirado a los grandes conquistadores de todos los tiempos, como Julio César o Napoleón Bonaparte.   

Ahora bien, ¿cómo puede el Museo del Prado honrar a esta figura tan importante en la Historia el día del aniversario de su muerte? Ciertamente no con bombo y platillo, pero en Bianor Tours podemos mostrar una pintura realizada en 1736 por Sebastiano Conca que se conserva en el Prado.

"Alejandro Magno en el Templo de Jerusalén"

Este lienzo formaba parte de una serie que ilustraba episodios de la vida de Alejandro Magno para reflejar los valores y virtudes que debían adornar a un buen rey, en este caso Felipe V. En la escena, bajo las columnas salomónicas del Templo de Jerusalén, Alejandro Magno se arrodilla ante las Sagradas Escrituras, en presencia de un sacerdote que señala al Arca de la Alianza. Bien, lector atento, ¿acaso esta imagen tiene sentido? 

domingo, 7 de junio de 2015

Grandes Desconocidos: el mármol de Torreggiani

En esta nueva entrada de los Grandes Desconocidos presentamos una escultura, que ya de por sí es un género bastante desconocido dentro de la colección del Museo del Prado. En esta ocasión mostramos al lector la obra que preside la sala donde se encuentra ese cuadro de Esquivel que vimos en una entrada anterior: he aquí el busto de "Isabel II, velada", de Camilo Torreggiani.

 

Resulta difícil explicar con palabras la sensación que despierta la contemplación de este busto, considerando que el artista lo hizo a partir de un solo bloque de mármol y demostró sobradamente su maestría en el tratamiento de la técnica del paño mojado. 

El escultor italiano Camilo Torreggiani, especialista en la realización de retratos de busto, ejecutó éste de la reina Isabel II de España en el que la soberana aparece con el rostro velado, lo que puede asociarse a la iconografía de la Fe, la Virtud o la Religión. Es posible, por tanto, su interpretación en tono alegórico en tanto que representa a la reina como garante de la fe católica y la virtud en España. Pero lo que sin duda constituye la obra es un alarde de pericia y virtuosismo técnico por parte del artista. Al escultor le pagaron 34.000 reales, 28.000 como tasación de la obra y 6.000 por los desplazamientos; cantidad muy inferior a la que él había indicado en la tasación. Torreggiani consideró esto como un desprecio hacia su trabajo y un ultraje hacia su persona, no aceptando nunca más un encargo de la corona española "por ser incapaz de mantener sus promesas".

Como curiosidad, decir que este rostro de Isabel II con el velo les puede resultar familiar a los estudiosos del Antiguo Egipto y de sus ceremonias mistéricas. Porque en uno de los templos donde se llevaban a cabo estos famosos Misterios, la imagen devocional era un busto de la diosa Isis, velada (curioso que el nombre Isabel provenga de Isis + bella).

La antigua ciudad de Sais, localizada en el delta del Nilo, se dice que fue el lugar donde se encontraba el sepulcro del dios Osiris y también, según Heródoto, un templo dedicado a Neith, asimilada por los griegos con Atenea. En este lugar se encontraba también un templo dedicado a Isis, esposa y hermana de Osiris, diosa de la fecundidad; donde se realizaban iniciaciones mistéricas de gran prestigio en todo el mundo antiguo. Los discípulos del templo de Isis, siempre en busca de la Verdad, descubre que sólo le será revelada si contempla el mundo en su unidad trascendente. Era en ese templo donde estaba el busto de Isis velada, un busto de piedra, y el maestro le dice al iniciado que la Verdad está en el rostro de la diosa, cuya imagen se ha cubierto con un velo que nadie que no haya sido purificado puede levantar sin morir. Este velo es el símbolo de la naturaleza misma: lo que se oculta detrás de la multiplicidad de los fenómenos es la unidad esencial donde se encierra el significado de todas las cosas.

Quizá el lector haya oído la expresión "Descorrer el velo de Isis". Dicen que en el frontispicio de su templo en Sais se podían ver escritas las siguientes palabras: << Soy todo lo que ha sido, es y será. Ningún mortal ha quitado jamás todavía el velo que oculta mi divinidad a los ojos humanos. >> Descorrer el velo significa sobrepasar los dogmas y las religiones para poder acceder al verdadero conocimiento, llegar a la Luz espiritual donde todo Es, la calma en mitad del mar de la Sabiduría.

    

"Isabel II, velada" es sólo una de las muchas obras de escultura que esconde el Museo del Prado. Nosotros solemos explicar en distintos recorridos la pintura, pero si el lector quiere redescubrir el Museo, la Ruta de Escultura es una muy buena opción para admirar alguna de las joyas que se conservan en Madrid del arte de la talla de piedras. Esperamos verles pronto. Gracias.

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