lunes, 14 de noviembre de 2016

El arte de Clara Peeters

Ese es el nombre que recibe la actual exposición del Museo del Prado. La primera exposición monográfica de una mujer en la historia del museo. Esta artista, tan revelante como enigmática (por la poca información que disponemos de ella) se especializó en pintar bodegones de estilo realista que, dentro del contexto artístico de Amberes, dominado por el idealismo de Rubens, suponía una novedosa alternativa. Varios cuadros de Peeters incluyen diminutos autorretratos reflejados sobre diferentes objetos, y muchos de sus lienzos llevan firmas muy visibles. Es probable que este deseo de reconocimiento refleje el orgullo de Peeters no sólo por ser pintora, sino por ser mujer pintora.

  

Hasta el 19 de febrero se podrá admirar esta exposición en la sala D. El hecho de pintar bodegones, naturalezas muertas (que sabe Dios que no son mi temática favorita) fue su forma particular de hacer frente a las limitaciones que suponía no poder pintar modelos desnudos, normalmente masculinos, a los que las mujeres, por aquel entonces, no tenían acceso. "Estamos - dice Alejandro Vergara, comisario de la exposición - ante un género que, si bien en la época se consideraba de menor entidad, desde hace 150 años es de importancia." Cuando comenzó a trabajarlo, en la primera década del siglo XVII, sólo unas cuantas obras de este tipo formaban parte de las colecciones de los Países Bajos y el realismo se ofrecía como una alternativa al idealismo de la tradición renacentista.

  

Los lienzos, procedentes de colecciones privadas, instituciones del norte de Europa, Inglaterra, Estados Unidos y del propio Museo del Prado, descubren los gustos y costumbres de las clases más prósperas, lo que puede observarse a través de los objetos asociados a la riqueza y a la cultura: dulces, vinos, frutas y pescado. Muestra así un interés por la representación de animales y plantas que se habría desarrollado como consecuencia de la investigación científica. "Clara forma parte de las generaciones que pintaban las cosas que tenían que pintar", añade Vergara, quien describe su obra como "un cuadro de lo que vemos". Además, las naturalezas muertas de su obra alude a la cetrería, una modalidad de caza asociada a la realeza y a la aristocracia desde la Edad Media. Mostraba, así, una especie de jerarquía social para manetner los privilegios de los aristócratas.

 

Peeters, además (como hemos dicho) incluyó con frecuencia imágenes de su propio rostro como medio de autoafirmación. "Fue una de las primeras en hacerlo", comenta Sven Gatz, ministro de cultura, deportes y juventud de Flandes. Estos retratos, apenas visibles, aparecen al menos en ocho de sus obras, de las cuales seis se pueden contemplar en la exposición. La escasez de referencias documentales de Peeters convierte su obra en una fuente de información única para descubrir a esta pintora, contemporánea de Jan Brueghel el Viejo, Rubens, Snyders y Van Dyck; formando parte de un período de apogeo en la historia del arte europeo. 

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