viernes, 21 de noviembre de 2014

El poeta del emperador: Tiziano Vecellio

Con motivo de la muestra "Tiziano: Dánae, Venus y Adonis. Las primeras Poesías" he decidido dedicar esta entrada al artista italiano y a la relación pictórica que mantuvo con un joven Habsburgo que llegaría a convertirse en el rey Felipe II de España. 
Recibe el nombre de "poesías" el conjunto de obras mitológicas que Tiziano pintó para Felipe II entre 1553 y 1562, cuando éste aún era príncipe. Se denominan "poesías" porque Tiziano busca en su realización el deleite de los sentidos, ajenas a interpretaciones moralizantes o simbólicas. Al referirse así a sus obras, Tiziano se asimilaba a los poetas y proclamaba su libertad para interpretar los textos que visualizaba, principalmente de "Las Metamorfosis" de Ovidio, pero también para suplirlos con la imaginación cuando lo exigía la lógica dramática. Así sucede por ejemplo en "Venus y Adonis", siendo de su invención el episodio en que Adonis intenta deshacerse del abrazo de Venus, ausente en las fuentes escritas.


 
                           "Venus y Adonis". Museo del Prado, Madrid (expuesta)

Tiziano concibió las "poesías" como demostración de ingenio: más allá de su naturaleza mitológica, la temática de las obras resultaba irrelevante siempre que permitiera visualizar ciertas ideas estéticas, principalmente la capacidad de la pintura para transmitir emociones y la superioridad de la pintura sobre la escultura, así como del colorito frente al disegno. La idea de que la pintura es superior a la escultura quiere demostrarlo Tiziano pintando a esa Venus desnuda de espaldas en "Venus y Adonis" mientras que presenta a su "Dánae" desnuda pero de frente al expectador. Esto sugiere la defensa de Tiziano de que la pintura, al igual que la escultura, se puede apreciar desde varios ángulos y puntos de vista. 


     
"Dánae". Museo del Prado, Madrid (expuesta)

La exposición se centra en las primeras poesías que recibió Felipe: "Dánae" (1553) y "Venus y Adonis" (1554) fueron versiones de otras anteriores pero revestidas del prestigio de su propietario que se convirtieron a su vez en modelo para múltiples réplicas. 

"Dánae" ilustra su seducción por Júpiter en forma de lluvia de oro. Tiziano pinta su primera versión en 1544-1545 para el cardenal Alessandro Farnese. Ésta sirvió de modelo para la de Felipe, que sustituye a Cupido por una anciana celadora que enriquece la pintura al brindar sofisticados contrapposti: juventud contra vejez, belleza contra fealdad, figura desnuda frente a figura vestida... La "Dánae" de Felipe permaneció en la Colección Real Española hasta la Guerra de Independencia. Figuraba entre las pinturas que José Bonaparte quiso llevarse de España, pero que fueron incautadas por el duque de Wellington. El británico escribiría al entonces rey Fernando VII para devolverlas a España, ya que pertenecían a la corona. El monarca contestó diciendo que se las podía quedar en calidad de botín de guerra, que él no estaba interesado en recuperarlas. De manera que la primera pintura que realizó Tiziano para Felipe II acabaría en la privada Wellington Collection, en Londres. Por suerte tenemos la oportunidad de admirarla en la exposición después de una restauración minuciosa.

 
"Dánae" para Alessandro Farnesio

"Dánae" de la Wellington Collection (expuesta)

El tamaño original de la "Dánae" para Felipe II y que acabó en manos del duque de Wellington era similar al de "Venus y Adonis", pero a finales del siglo XVIII se eliminó el tercio superior. Por descripciones y copias antiguas se sabe que incluía el rostro de Júpiter y un águila con los rayos, atributo del dios.
Hacia 1565 Tiziano pintó una tercera "Dánae" autógrafa (Museo del Prado) quizás para el mercader Francesco Vrins; una obra abiertamente erótica como sugiere la completa desnudez de Dánae y la mano separando sus piernas. Velázquez la compró en su primer viaje a Italia (1629-1631), vendiéndola en 1634 a Felipe IV.

Tiziano pintó un primer "Venus y Adonis", conocidos por copias, en la década de 1520 retomando el asunto varios años después y que sirvió de inspiración para la de Felipe. Esta pintura pareció a sus contemporáneos la más erótica de la serie por la exhibición de las nalgas de Venus, la parte de la anatomía femenina que más excitaba la imaginación masculina en aquél entonces.

La importancia de estas tres obras estriba en su extraordinaria calidad, no en su novedad ya que replican composiciones previas. Así lo corrobora la documentación técnica, que revela la utilización total o parcial de calcos en su realización. Pero si algo demuestra esta exposición es que cuando se trata de Tiziano la calidad no depende tanto de la cronología como del empeño del pintor, y que éste respondía a la identidad del destinatario y al precio pagado por su trabajo. La "Dánae" de la Wellington Collection de Londres y "Venus y Adonis" han sido expresamente restaurados para la exposición.

Junto a la "Dánae" de Londres y la "Venus y Adonis" del Museo del Prado, la serie de "Poesías" incluye también las obras que siguen a continuación. Todas ellas fueron acordadas por Tiziano y Felipe II en Augsburgo en 1551, y fueron ideadas para exhibirse conjuntamente, aunque no para un espacio concreto.

      
"Perseo y Andrómeda". Wellington Collection, Londres

"Diana y Calisto". National Gallery, Londres

"Diana y Acteón". National Gallery, Edimburgo

"El Rapto de Europa". Isabella Stewart Gardner Museum, Boston

Estas seis obras maestras forman probablemente el conjunto mitológico más influyente de la Historia del Arte. Es imposible entender a Veronés, Rubens o Carracci sin ellas según opina Miguel Falomir, jefe del departamento de Pintura Italiana y Francesa (hasta 1700) del Museo del Prado. Gracias a la solicitud que hizo Falomir a la Wellington Collection de Londres para restaurar un cuadro que se encontraba en un estado de conservación no muy bueno y que no se exponía al público se pudo dar a conocer que esa "Dánae", y no la del Prado como se creía, es la que pintó Tiziano para Felipe II. En su 195 Aniversario no ha sido el Museo del Prado quien ha recibido un gran regalo, sino la Wellington Collection. Lord Douro (hijo del actual duque de Wellington y heredero del ducado) y su esposa visitaron el pasado 19 de Noviembre la sala donde fue expuesto su flamante Tiziano, quedando "muy complacidos por la magnífica restauración."

Esta exposición de Tiziano puede encontrarse en la Sala 40 de la Planta 1 del Edificio Villanueva. Bianor Tours dispone de una visita guiada por la exposición así como una ruta por la pintura mitológica que exhibe el Museo y de la que Tiziano fue artífice y fundador. Si desean más información sobre estos dos recorridos, no duden en ponerse en contacto con nosotros. Gracias. 

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jueves, 6 de noviembre de 2014

Bernini, el Arquitecto de Dios

Con motivo de la exposición del Museo del Prado "Las Ánimas de Bernini. Arte en Roma para la corte española." he decidido dedicar esta entrada a la figura de uno de los más notables artistas del s. XVII: Gian Lorenzo Bernini.


Nació en Nápoles en los últimos años del s. XVI, un 7 de diciembre de 1598 y dedicó su vida a la arquitectura, escultura y pintura; trabajando sobre todo en Roma. Es considerado el más destacado escultor de su generación, así como creador del estilo escultórico barroco.

Bernini poseía la habilidad de plasmar en la piedra escenas cargadas de gran fuerza dramática, representar en sus esculturas intensos estados psicológicos y componer conjuntos dotados de una extraordinaria grandeza. Su habilidad para tallar el mármol llevó a que fuese considerado digno sucesor de Miguel Ángel, muy por encima de sus coetáneos y en especial de su gran rival, Alessandro Algardi. La imagen que nos ha legado la Historia nos dice que era un hombre profundamente religioso, que puso su arte al servicio de la Contrarreforma. Sin embargo, es sabido que Bernini utilizaba la luz como un destacado recurso metafórico para completar sus obras, en ocasiones con puntos de iluminación invisibles. Este uso de la luz podría simbolizar la luz de Dios, cierto, pero hay autores que han querido ver un trasfondo más profundo: Bernini podría haber formado parte de la secta científica de los Illuminati. Sin embargo, dejaremos esa acusación para otra entrada.

Bernini fue también uno de los mejores arquitectos del barroco romano junto con sus contemporáneos Francesco Borromini y Pietro da Cortona. Al principio de sus carreras todos colaboraron en el Palazzo Barberini, actualmente una de las dos sedes de la Galleria Nazionale d'Arte Antica y el Istituto Italiano di Numismatica que se encuentra en el barrio del Trastévere. Sin embargo, poco después los tres artistas compitieron por los encargos importantes y desarrollaron una feroz rivalidad, especialmente Bernini y Borromini.

  
Palazzo Barberini (Roma)

A pesar de la indiscutible calidad de Borromini y Da Cortona, Bernini gozó del favor de los papas Urbano VIII (1623-1644) y Alejandro VII (1655-1665), y por tanto se aseguró el proyecto más importante de la Roma de su tiempo: la basílica de San Pedro en el Vaticano. El diseño de la Plaza de San Pedro que se abre ante la basílica es unos de sus proyectos arquitectónicos más innovadores y alabados.

 

Piazza San Pietro (Roma)

Durante su extensa carrera Bernini recibió numerosos encargos, sobre todo por parte del papado. A temprana edad llamó la atención del cardenal Scipione Borghese, sobrino del Papa, y en 1621, con sólo 23 años; fue nombrado caballero por el Papa Gregorio XV. Realizó las obras más importantes durante el pontificado de Urbano VIII y aunque no tuvo tanta preeminencia durante el gobierno de Inocencio X, volvió a gozar del favor de los pontífices Alejandro VII y Clemente IX.


VIDA & OBRA

Sus padres fueron Angelica Galante, natural de Nápoles; y Pietro Bernini, nacido en la Toscana, en la población de Siesto Florentino. Su padre había viajado a Nápoles para trabajar en las obras de la Cartuja de San Martín, y fue en esa ciudad donde conoció y se casó con Angelica Galante. La familia, cuando Gian Lorenzo tenía seis años, se trasladó a Roma, donde Pietro trabaja bajo la protección del ya mencionado cardenal Scipione Borghese y a quien muestra el precoz talento de su hijo Lorenzo. 

La Roma de inicios del s. XVII era una ciudad de un fervor artístico excepcional, novedoso y revolucionario que acogía a artistas de toda Europa en una continua confrontación de ideas y experiencias artísticas. En este ambiente trabajaron maestros como Caravaggio, Anibale Carracci o Peter Paul Rubens, quienes abrieron la senda del barroco.

El joven Bernini recibió las primeras enseñanzas de su padre, el escultor manierista Pietro Bernini, cuya influencia sería notable en las primeras obras de Gian Lorenzo. Al lado de su padre aprendería la organización de un taller colectivo (en el futuro dirigiría muchos) y la fusión interna de un proyecto arquitectónico con la iconografía de la escultura y pintura.

Las obras de Bernini revelaron desde el inicio su enorme talento. En su primera fase estilística, Bernini muestra su interés y respeto absoluto por la cultura helenística, en obras que imitan a la perfección el estilo antiguo. Son de esta época las obras "Ángel con el dragón" (1) y "Fauno che scherza con gli Amorini" (2). Sin embargo, el primer proyecto totalmente en solitario del joven Gian Lorenzo es "La Cabra Amaltea" (3) en 1615. 


           


Entre 1621 y 1625 Bernini realizará cuatro esculturas que lo consagrarían como maestro y por las que recibiría su fama. Se trata de los llamados Grupos Borghesianos, conjuntos escultóricos basados en temas mitológicos y bíblicos encargados por el cardenal Borghese. Las obras en cuestión son "Eneas, Anquises y Ascanio" (1), "El rapto de Proserpina" (2), "David" (3) y "Apolo y Dafne" (4). Son obras monumentales que marcarán una nueva dirección en la carrera artística de Bernini. Las cuatro permanecen hoy en la Galleria Borghese, en Roma. 

   
 

Durante su vida Bernini gozó del favor y la protección de siete papas, aunque fueron tres los que mayores proyectos le encargaron. Todo empezó en 1623, un año crucial para la suerte de Roma: Maffeo Barberini fue elegido Papa con el nombre de Urbano VIII, un pontífice ambicioso, amante de las artes y gran admirador de Bernini a quien otorgó el título de "Arquitecto de Dios". Le consideraba el artista ideal para llevar a acabo sus proyectos urbanísticos y arquitectónicos que no tenían más fin que dar forma y expresión a la voluntad de la Iglesia de representarse a sí misma con fuerza triunfante. La asociación artística de Urbano VIII con su predilecto culminará con la realización de la Basílica de San Pedro, un templo levantado en el lugar del martirio del apóstol San Pedro; que representa el renacimiento de la Iglesia y su reivindicación moral y espiritual tras la crisis del siglo anterior. 

En 1644 comienza el papado de Inocencio X, mucho más austero que el anterior por la crisis económica de los Estados Pontificios tras los tratados de la Paz de Westfalia por los que finalizan la Guerra de los Treinta Años en Alemania y la Guerra de los Ochenta Años entre España y los Países Bajos. Este mismo año sufre la demolición del campanario de la fachada de la Basílica de San Pedro por problemas de estabilidad. Los detractores de Bernini le acusaron de incompetencia técnica mientras que el Papa le daba su apoyo. Coincidiría también con el ascenso de artistas rivales como Francesco Borromini o Carlo Rainaldi. Sin embargo, a pesar de todos estos contratiempos, Bernini realizó una de sus obras cumbres, "El éxtasis de Santa Teresa" (1). También realizará la famosa "Fuente de los Cuatro Ríos" (2), en la Piazza Navona de Roma. Sobre esta fuente, un dato curioso: una de las cuatro figuras que representan los ríos está mirando hacia la fachada de la Iglesia de Santa Agnese in Agone, diseñada por Borromini. Bien, esta figura representa al río Orinoco (3) y, según la leyenda de Roma, cada vez que Bernini pasaba por la Piazza Navona en su carruaje bajaba las cortinas de la ventanilla para no ver "el horror" que había edificado su rival Borromini. De ahí viene el supuesto gesto de desagrado ante la iglesia que muestra la escultura del Orinoco. Otra versión de la leyenda dice que los detractores de Bernini le acusaban de que era demasiado arrogante en sus proyectos, puesto que el obelisco no aguantaría y la fuente se vendría abajo. Dicen que Bernini contestó "antes que mi fuente se derrumbará la iglesia" y por eso representó a esa figura, protegiéndose de un posible derrumbe de la iglesia. No obstante, ninguna de estas leyendas es cierta, pues la iglesia es posterior a la construcción de la fuente. 

    Fuente de los ríos - detalle
Alegoría del Río Orinoco

En 1655 con la elección de Fabio Chigi como Alejandro VII, vuelve a haber un Papa humanista en el trono de San Pedro que, como Maffeo Barberini 30 años antes, se rodea de arquitectos para la ejecución de ambiciosos proyectos urbanísticos, como la reordenación de la Piazza del Popolo. Es también durante el pontificado de Alejandro VII cuando en la Piazza San Pietro se incluye la famosa columnata elíptica, espacio dedicado a las ceremonias religiosas que representa el abrazo de la Iglesia a todo el pueblo. 

Para la familia Chigi, Bernini construye dos iglesias: la colegiata de Aricaccia y la iglesa de Sant' Andrea del Quirinal (1), una iglesia pequeña de planta ovalada (como los antiguos templos griegos dedicados a la Diosa Tierra Cibeles), con la entrada en el eje menos y un óculo sobre el altar (2), en clara referencia a la secta de los Illuminati. 

                                         
                                           Iglesia de San Andrea del Quirinal

                                        
                                               Óculo de San Andrea del Quirinal

La última prueba de que tanto Bernini como la familia Chigi del Papa tenían devaneos con los Illuminati nos lo da la última obra en la que trabajó para esta familia: la llamada Capilla Chigi, en el interior de la iglesia de Santa Maria del Popolo. Originalmente, esta capilla fue comisionada por el banquero Agostino Chigi a Rafael Sanzio en el s.XVI para que sirviera de capilla funeraria para su familia. Rafael reformó la antigua capilla gótica y diseñó un armonioso espacio único que, posteriormente, completará Bernini. Y es aquí donde el artista barroco ubica dos elementos decorativos que llaman notablemente la atención: una pirámide con un óculo central, signo inequívoco de los Illuminati (1) así como una escultura titulada "Habacuc y el ángel" (2), una de las señales en el "Sendero de la Iluminación" para la secta científica. Y es que la iglesia de Santa Maria del Popolo fue en los siglos XV y XVI uno de los llamados "Altares de la Ciencia" por los Illuminati.

         

Bernini ya se había convertido en un artista de fama internacional, y en 1664 el ministro francés Colbert, durante el reinado de Luis XIV, convence al Papa para que le ceda a su artista predilecto. En 1665 Bernini parte hacia Francia con el encargo de reestructurar el Palacio del Louvre. Fue recibido como un príncipe, pero la experiencia francesa no duró más de seis meses. Su estilo no terminaba de gustar a los comisionados franceses, quienes prefirieron encargar el trabajo a Claude Perrault. A pesar de todo, sí que realizó un retrato ecuestre de Luis XIV.

Al volver a Roma, uno de los últimos grandes trabajos encargados por Alejandro VII fue la escultura del Sepulcro de Alejandro VII (1), un monumento meditativo e íntimo que representa a Alejandro VII, arrodillado y humilde, acosado por La Muerte (2), figura que porta un reloj de arena como recuerdo de que algún día el tiempo se acabará. Contiene cuatro figuras alegóricas: la Prudencia, la Verdad, la Justicia y la Caridad. Su última obra fue "El Busto del Salvador" (3), conservado actualmente en la Basílica de San Sebastián Extramuros, en Roma.

                        

         
  
Gian Lorenzo Bernini murió un 28 de noviembre de 1680 en Roma. Además de haber sido intérprete oficial del papado en su periodo de mayor dominio político, Bernini fue también una mente brillante, escritor de comedias, caricaturista y pintor cuyas obras, realizadas por su propio placer; son de tal calidad que las pocas conservadas (entre ellas, varios autorretratos) fueron atribuidas a Velázquez. El propio Bernini predijo ciertamente que tras su muerte, su fama declinaría. Ciertamente, para el gusto neoclásico sus planteamientos escultóricos eran anatemas. Para John Ruskin, crítico de arte británico del s. XIX, parecía "imposible llegar a una mayor aberración del gusto y bajeza de sentimientos". Por otra parte, para los defensores de la idea de "la verdad de los materiales" del s.XX, Bernini aparecía como "el Anticristo personificado", según palabras del más célebre apologista de esta corriente artística, Rudolf Witttkover. Sólo muy recientemente ha recuperado un prestigio comparable al que tuvo en vida, como el más grande escultor desde Miguel Ángel y uno de los gigantes de la arquitectura barroca. En opinión del historiador del arte norteamericano Howard Hibbard, durante el s. XVII "no hubo escultores o arquitectos comparables a Bernini."  

La exposición "Las Ánimas de Bernini" tiene doble importancia ya que es la primera exposición que se le dedica al artista en España. Sólo tenemos dos obras de Bernini en nuestro país: uno es el "San Sebastián" (1),conservado en el Museo Thyssen de Madrid. El otro es un "Autorretrato" (2) que se conserva en los Archivos del Museo del Prado, también en Madrid, y que se expone al público por primera vez con motivo de esta exposición.

                        


El Museo del Prado no muestra las obras de Bernini de las que dispone al público, pero sí cuenta con una extraordinaria colección de escultura, no sólo grecolatina sino también neoclásica y de los siglos XVIII y XIX. Bianor Tours cuenta entre sus servicios con una visita guiada por la escultura del Museo del Prado así como para conocer la nueva exposición temporal "Las Animas de Bernini", del 6 de noviembre al 8 de febrero. Si desean más información o realizar cualquier consulta, no duden en ponerse en contacto con nosotros. Muchas gracias.

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