lunes, 24 de abril de 2017

Feliz 23 de abril, Jorge de Capadocia

La leyenda, posiblemente originada en el siglo IV, relata que Jorge era un ciudadano romano que, al morir su padre (Geroncio, un oficial del ejército) se trasladó con su madre Policromía hasta la ciudad natal de ésta, Lydda (actual Lod, en Israel). Allí, Policromía educó a su hijo en la fe cristiana y éste, poco después de cumplir la mayoría de edad, se enroló en el ejército. Gracias a su carisma Jorge no tardó en ascender puestos, y antes de cumplir los 30 años fue tribuno y comes, siendo destinado a Nicomedia como guardia personal del emperador Diocleciano (284-305). Sin embargo, en el 303 el emperador emitió un edicto autorizando la persecución de cristianos por todo el Imperio. Jorge, que recibió órdenes de participar, confesó que también él era cristiano, de manera que Diocleciano ordenó que lo torturasen hasta que renegase de su fe, cosa que no ocurrió. Por ello, se ordenó su ejecución y fue decapitado frente a las murallas de Nicomedia el 23 de abril del 303. Una vez muerto, el cuerpo de Jorge fue enviado a Lydda para ser enterrado. Aún hoy se puede ver la que se considera su tumba.


 
Tumba de San Jorge en Lod, Israel

Esta historia es, en el mejor de los casos, dudosa. Sin embargo, al historia más famosa que asociamos a San Jorge (Jorge de Capadocia) surge en el siglo IX: el santo a caballo como vencedor del dragón. Esta historia forma parte de La Leyenda Dorada, y su autor probablemente se inspiró en relatos anteriores como el mito griego de Perseo o incluso del mito japonés de Susanoo. La leyenda occidental medieval cuenta que un dragón hace su nido al lado de la fuente que provee de agua a una ciudad. Como consecuencia, los ciudadanos deben apartar diariamente de la fuente al dragón para conseguir agua, y para ello ofrecen diariamente en sacrificio a un habitante elegido al azar, que es devorado por el dragón. Un día resultó seleccionada la princesa local. En algunas versiones aparece el rey, su padre, pidiendo por la vida de su hija, pero sin éxito. Cuando está a punto de ser devorada por el dragón aparece San Jorge, en uno de sus viajes (a menudo a caballo), se enfrenta al dragón, lo mata y salva a la princesa. Los agradecidos ciudadanos abandonan el paganismo y se convierten al cristianismo.

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"Lucha de San Jorge y el dragón", de Rubens (1607). Museo Nacional del Prado

Esta historia, antiguamente considerada verdadera, guarda un rico simbolismo religioso con diferentes significados. La interpretación cristiana del mito expone que Jorge sería el creyente, el caballo blanco la Iglesia, y el dragón representaría el paganismo, la idolatría, la herejía, la tentación y a Satanás. Sin embargo, algunos historiadores consideran que la historia tiene raíces más antiguas que las cristianas. En Capadocia, una de las primeras regiones en adoptar al santo, puede que haya habido una integración de elementos paganos. Un candidato a predecesor de San Jorge de Capadocia es el dios Sabacio, padre celestial de los frigios, conocido como Sabazius por los romanos. Parece bastante probable que su imagen a caballo arrollando a una serpiente sea el origen de la popular imagen de San Jorge.  Por otra parte, esta historia de San Jorge también encuentra eco en el antiguo mito griego de la princesa etíope Andrómeda y su salvador y posterior esposo Perseo, asesino de la gorgona Medusa. En ambos casos hay una criatura de un orden anterior (dragón/gorgona), una princesa y una recompensa, en un caso el matrimonio, en el otro la conversión de la ciudad. Algunas leyendas sobre Jorge y el dragón sitúan la acción en Libia (antiguamente, toda África del norte al oeste de Egipto), es decir, la acción de ambos mitos transcurre en lejanos reinos considerados "mágicos". Finalmente, la última interpretación estaría en una manifestación alternativa del Arcángel Miguel, que está al frente de las huestes celestiales. Así, Jorge sería la encarnación o bien el avatar del Arcángel Miguel, el comandante en jefe del ejército de los cielos (Josué 5:13-15; Daniel 8:25, 10:13, 12:1; Zacarías 3:2; Judas Tadeo 1:8; Apocalipsis 12:7). Esta idea del avatar, fuertemente influenciada por el hinduismo, no resultaba extraña a los cristianos de los primeros tiempos. Después de todo, Jesús era considerado por muchos un avatar de Yahveh.


En cualquier caso, Jorge se ha convertido en un santo de gran popularidad y es considerado el patrón de los caballeros, canonizado en el 494 por el papa Gelasio I, pero lo incluyó junto con "aquellos cuyos nombres son justamente reverenciados, pero cuyos actos sólo son conocidos por Dios". Esto explica la creación de todas las historias apócrifas sobre su vida y obra que hemos comentado anteriormente. Hasta aquí la historia de Jorge, cuya festividad se celebró ayer, 23 de abril. Sin embargo, el simbolismo del dragón resulta mucho más interesante y complejo que el del santo. Nosotros aquí nos hemos quedado ya sin espacio, pero si tenéis curiosidad por saber más sobre el simbolismo de la serpiente/dragón, no dudéis en hacer click aq, donde hablamos de un auténtico culto a las serpientes. ¡Gracias por vuestra atención, lectores, hasta otra!

Iglesia de San Jorge en Etiopía, la más antigua bajo su advocación   

lunes, 27 de marzo de 2017

Misterios iconográficos en Salamanca

¡Buenos días! Teníamos que haber publicado esta entrada el fin de semana, pero hemos estado un poco liados y no ha habido tiempo. Pero no pasa nada, porque el lunes por la mañana tampoco es un gran retraso. La semana pasada hablábamos de las cosas curiosas, en lo que a iconografía se refiere, que vimos en nuestro viaje a Chinchón hace ya un tiempo. Pues bien, hace un par de fines de semana (o tres, ya no lo recuerdo) nos fuimos a Salamanca. Y encontramos también cosas interesantes. Veámoslas. 

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Lo primero que encontramos en Salamanca (y es mi parte favorita) es la Iglesia de San Marcos. Construida a finales del siglo XI o principios XII, se encuentra en la zona de la antigua muralla, en la Puerta de Zamora. Como podéis ver, es singular por su pequeño tamaño (tiene unos 22 metros de diámetro) y sobre todo, por su forma: es redonda. O lo que es lo mismo, tiene planta centralizada. ¿Una iglesia circular del siglo XI-XII en Castilla y León? Esto huele a templario por todas partes. Y en efecto, así es. Tal vez por fuera no haya muchos indicios, pero al acceder al interior se despejan todas las dudas. Y es que, aparte de que los muros estén salpicados de las características cruces gules patadas (la cruz usada por la Orden del Temple), en uno de sus muros se custodia la imagen de una Virgen Negra. Para qué quieres más. Por lo demás, es una iglesia sencilla, con tres ábsides, y se sigue celebrando culto en su interior. Es probablemente la iglesia más antigua de Salamanca, y la mejor (para mi gusto, claro).

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La foto no es ninguna maravilla, pero permite apreciar la talla de la Virgen Negra, enormemente 
vinculada con los cultos a Isis, a las Diosas de la Tierra y a los templarios

Esta iglesia es lo más heterodoxo que pude encontrar en toda la ciudad, con excepción de una cosa: la llamada Cueva de Salamanca. Se trata de un enclave legendario donde la tradición popular asegura que impartía clase el Diablo. Esta cueva se corresponde con lo que fue la cripta de la ahora inexistente iglesia de San Cebrián. Resulta curioso cómo la tradición de la Cueva de Salamanca pasó a Hiberoamérica y a día de hoy reciben el nombre de salamancas a los lugares donde brujas y demonios celebran sus aquelarres. La tradición dice así:

"Vestido de manso sacristán, el diablo, impartía sus maestras clases de
adivinación, astrología, magia y ciencias ocultas, a siete alumnos,
durante siete años. Uno de ellos, como pago, debía quedarse a servirle
en la cueva por el resto de su vida."

Exterior de la Cueva de Salamanca

En Recueil des Histories de Troyes, una obra anónima publicada en 1464, esta escuela fue fundada por Heracles (aunque también se atribuye su creación a los árabes y a los celtas), y durante varias generaciones se impartieron aquí oscuras enseñanzas. ¿Cuánto hay de verdad en esta historia? Pues parece que bastante. El párroco Clemente Potosí impartía clases en la cripta (aunque también se dice que este espacio no sería la cripta sino la sacristía) de la antigua Iglesia de San Cebrián; doctrinas y lecciones de astrología, geomancia, hidromancia, piromancia e incluso quiromancia, con el objetivo de que sus alumnos aprendiesen técnicas adivinatorias. Un gran secretismo protegía el contenido de estas enseñanzas, lo que dio lugar a la leyenda. Tan místicas eran las lecciones, que sólo podían recibirlas siete alumnos en un período de siete años. Del pago por la iniciación se encargaba sólo uno de los estudiantes, que después de un sorteo, si no le era posible pagar la cuota, debía quedarse encerrado en la cueva ayudando al párroco. Uno de estos iniciados fue el marqués de Villena don Enrique de Aragón, quien atraído por el ocultismo durante sus años de estudiante en la Universidad de Salamanca, tuvo la mala suerte de ganar el torneo para realizar el pago y, al no tener con qué pagar, fue encerrado en la cueva.

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Don Enrique de Aragón, marqués de Villena, fue discípulo del sacerdote de la Cueva de Salamanca

No resignándose a su destino, el joven y futuro marqués ideó un plan para escapar, escondiéndose en una tinaja y ocultándose a la vista de su secuestrador. Cuando el párroco regresó a la cueva no lo encontró, y salió corriendo en su búsqueda sorprendido, dejando la puerta abierta y dando la oportunidad a Enrique para huir y esconderse en la iglesia, de la que salió a la mañana siguiente, cuando se abrieron las puertas. Según las leyendas, la Cueva de Salamanca es el punto de acceso a una compleja red de galerías subterráneas que recorren el subsuelo de la ciudad, tal como ocurre en Toledo. La Cueva ha sido mencionada en los escritos de importantes autores como Cervantes, Calderón de la Barca, Walter Scott o Ricardo Rojas. A la entrada de la Cueva te da la bienvenida el busto en bronce de don Diego de Torres y Villaroel, importante personaje humanista que publicaba un almanaque anual en el que emitía profecías, llegándose a cumplir algunas.

 Torre Villena y el rostro de Diego Torres de Villarroel
La Torre Villena, a la entrada de la Cueva, y el busto de Diego de Torres y Villaroel

No podemos terminar esta entrada sin referirnos al motivo iconográfico más omnipresente en Salamanca. Me estoy refiriendo a la famosa rana de la fachada de la Universidad. Se trata de un mero detalle ornamental que ha ido cobrando importancia hasta convertirse en un icono de la ciudad. Se decía que, entre un grupo de estudiantes, quien encontrase la rana primero aprobaría todas las materias. Con el paso del tiempo la leyenda se extendió hasta aquellos que no eran estudiantes, pasando a ser un símbolo de buena suerte en general para quien, de un grupo de personas, la viese primero.

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El portal de la Universidad se divide en tres cuerpos horizontales. En orden ascendente el inferior está dedicado a los Reyes Católicos (representados en el medallón central), el segundo al emperador Carlos V y el tercero al Paraíso. En la gran pilastra de la derecha, según miramos a la fachada, y en la terminación del primer cuerpo, se encuentran labradas a modo de capitel tres calaveras. La de la izquierda porta encima una rana de pequeño tamaño. La contemplación de la fachada atrae a numerosos turistas, acompañada de la insistente búsqueda del detalle ornamental de la rana. De esta forma se quejaba Unamuno: "no es lo malo que vean la rana, sino que no vean más que la rana". Ahora bien, ¿por qué la rana va acompañada de una calavera? ¿Es simplemente un detalle sin importancia, por que había que colocar la rana en algún lado, o tiene un sentido más profundo?



Las culturas ancestrales suelen atribuir significados positivos a la rana, dotando a este animal de un sentido simbólico de unión entre el agua y la tierra, por su condición de anfibio. Sin embargo en el mundo cristiano, y especialmente durante el Medievo (que es lo que tenemos aquí), la rana se veía como un animal cargado de connotaciones veladas y ocultas, asociada con el mundo de la magia y la brujería. Incluso se decía que era un símbolo del mal y de lo diabólico. Y en efecto, la rana se ha asociado muy a menudo con la muerte e incluso con la lujuria. En el Antiguo Egipto era también un símbolo importante, pero en el Antiguo Testamento se le empieza a dar un carácter negativo (recordemos que la primera plaga que sufre Egipto en tiempos de Moisés es de ranas), que se extenderá por todo el mundo cristiano marcando para siempre la iconografía de los siglos venideros. Pobre batracio. Afortunadamente hoy, la gente ve en ella un símbolo de buena suerte y no de muerte y pecado. Menos mal.

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sábado, 18 de marzo de 2017

Misterios iconográficos en Chinchón

Buenos días a todos. Estos últimos fines de semana he tenido la suerte de haber podido realizar unas escapadas a Chinchón y a Salamanca, y ya sabéis que siempre que viajo a algún sitio voy ojo avizor buscando algunos detalles, algunas curiosidades iconográficas que impliquen algún misterio. Y como de eso hay siempre en todas partes, estas dos poblaciones no podían ser menos. En la entrada de hoy vamos a dedicarnos a las curiosidades iconográficas que hemos encontrado en Chinchón. Empecemos.


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Si algo nos quedó claro de nuestra estancia en Chinchón es que no es precisamente un destino para el turismo monumental. Ubicado en el sureste de la Comunidad de Madrid, se encuentra a 44 km. de la capital, y la mayor parte de la gente que se acerca hasta este pintoresco municipio lo hace para comer. En efecto, son pocas las localizaciones de interés de esta localidad, que ha sabido mantener el encanto medieval del siglo XV. De hecho, su popular Plaza Mayor es una construcción típica de esta época, quedando completamente cerrada y terminada en el siglo XVI. Aparte de la Plaza Mayor, los lugares de interés se limitan a: la Iglesia de la Asunción, la Torre del Reloj, el Castillo de los Condes y dos conventos: el de San Agustín y el de las Clarisas. El Convento de San Agustín alberga actualmente el Parador Nacional de Turismo de Chinchón. Sin embargo, lo que nos interesa es la Iglesia de la Asunción. O más concretamente, lo que se muestra en una de sus capillas. 

  

No se puede decir que tenga una fachada bonita, aunque goza de cierta armonía y solemnidad. Su construcción se inicia en el siglo XVI, en principio como capilla adosada al palacio, de manos de Alonso de Covarrubias. Sin embargo, la construcción se detuvo durante 48 años por "desavenencias" con los condes de Chinchón. Retomadas las obras, Diego Fernández de Cabrera, III Conde de Chinchón y Mayordomo de Felipe II, contrata para su finalización a los mejores artistas que trabajaron en El Escorial. Sin embargo, en 1808 vino el desastre: las tropas francesas incendiaron la iglesia, que fue restaurada 20 años después. La iglesia actual combina los estilos gótico, plateresco, renacentista y barroco. En su interior se puede admirar "La Asunción de la Virgen" de Francisco de Goya.

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Sin embargo, no es la Asunción de la Virgen lo que nos interesa (ya que hablamos de ella en la entrada anterior, que podéis leer aquí), sino lo que podemos encontrar en una discreta capilla lateral, al lado de la misma se encuentra una talla maravillosa de la Inmaculada Concepción que imita las imágenes que de ella hace Murillo: vestido blanco y manto azul, coronada de estrellas, y la media luna a sus pies. En la foto no se aprecia, pero bajo la imagen de Nuestra Señora aparece representada la serpiente.

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Sin embargo, lo que nos interesa es el interior de la capilla llamada del Cristo de Gracia, donde se muestra un crucifijo prácticamente de tamaño natural. Pero a ambos lados de la cruz, en vez de representar a Santa María y a Juan (lo que, iconográficamente hablando, constituiría un Calvario), se ha decidido incluir a dos santos posteriores: a la izquierda del crucificado tenemos a San Esteban, protomártir, que murió lapidado por orden de los doctores judíos con los que discutía sobre las Sagradas Escrituras. En su martirio tuvo participación el propio Saulo de Tarso, que acabaría convirtiéndose en San Pablo. Pero es mucho más interesante el personaje que aparece a la derecha de Cristo, en el lugar de honor: se trata de San Roque.

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La imagen puede contener: una persona, de pie

Todos conocemos la popular canción de "el perro de San Roque no tiene rabo porque Ramón Ramírez se lo ha cortado". ¿Quién es ese tal Ramón Ramírez que es capaz de cometer tal acto de barbarismo y quién es San Roque y por qué tiene un perro? La leyenda de San Roque nos habla de un ermitaño de origen francés que en el siglo XIV fue víctima de la peste. Se curó de la enfermedad en el bosque gracias a un perro que le traía alimentos. Este perro se convirtió en su compañero inseparable y la fama de San Roque se extendió durante toda la Edad Media como intercesor en los casos de peste. Sin embargo, es en la tradición española donde se le quiere ver como peregrino a Santiago y representa al perro sin rabo. Esa popular cancioncilla o trabalenguas que decíamos antes era una manera de identificar a los judíos conversos, haciéndoselo repetir. No se sabe quién fue ese Ramón Ramírez, pero otra tradición completa el trabalenguas diciendo que Ramón Ramírez arrojó el rabo cortado del pobre animal al mar del Finisterre, que por los poderes del santo se transformó en pez. Se dice que ese pez sigue vivo en aguas atlánticas, y que si es identificado por un cristiano nacido el 16 de agosto (por ser ésta la festividad del santo) mientras pronuncia el trabalenguas, el rabo recuperará su primitiva naturaleza y volverá a unirse con el perro.

Es una leyenda curiosa, ¿verdad? No deja de tener un trasfondo alquímico, algo perdido que tras cumplir determinadas condiciones vuelve a su estado original y puro. Además, en alquimia el perro simboliza el azufre o el polvo mercurial, dependiendo de si se habla de Perro de Armenia o de Perro de Corasceno. Que por cierto, el simpático animal también tiene nombre: Melampo. Lo comparte con un adivino griego, cosa curiosa. Y se dice que fue gracias a los panes que le traía y a las lamidas del animal que San Roque quedó curado de la peste. Pero, si el perro es tan importante, ¿por qué la imagen del santo en esta capilla va acompañada de un cerdo?

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El cerdo como animal totémico es muy importante en varias culturas. En la cultura china por ejemplo es símbolo de prosperidad y riqueza económica. En la cultura europea celta es un símbolo asociado con la magia (San Roque era galo). Entre los griegos era un símbolo sagrado de fertilidad, y los indios americanos lo tienen por un tótem de abundancia y riqueza, igual que los chinos. La diosa griega de la fertilidad de la tierra, Deméter, tuvo un cerdo sagrado. Para las culturas célticas, el cerdo era también un símbolo de generosidad y de prosperidad, lo que puede estar vinculado a la acción del perro de San Roque, que le llevaba pan y le curó de sus heridas, permitiendo que el peregrino salvase la vida. Quizá esta mezcla de atributos de generosidad y magia haya llevado al tallista a plasmar un cerdo en lugar del característico perro. Pero, ¿qué tenemos que decir de San Roque?

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Su representación más habitual es ésta: vestido como un peregrino, acompañado de su fiel perro y mostrando las llagas de la peste. En la imagen que se encuentra en Chinchón aparece portando un bordón bastante peculiar: es un cayado curvo, la misma forma que tenía el abacus de los maestros masones constructores de la Edad Media que después heredó el Gran Maestre de los templarios. La tradición dice que Roque era de origen francés y que peregrinaba a Roma. Su nombre tiene un probable origen persa, y en esta lengua roj significa tanto "carro de combate" como "torre de ajedrez" (un juego que, en origen, era altamente iniciático). Como nombre propio nos viene de Francia, donde evoca también la idea de roca y resistencia, heredero del término celta hroc que significa asimismo "grito de guerra". ¿Por qué un nombre así para este personaje? Veamos qué nos cuenta su biografía.

San Roque fue uno de los grandes ejemplos de caridad cristiana que conmovieron primero a Francia y luego a toda la cristiandad. Nació en Montpellier hacia el 1295. Era hijo único de una familia noble y rica con poder político en la ciudad, por lo que recibió una educación exquisita (tal vez a esa riqueza y abundancia se deba el cerdo de Chinchón). Dicen sus cronistas que cuando nació ocurrieron grandes prodigios que presagiaban que el recién nacido resplandecería por sus virtudes. A los veinte años, tras la muerte de su padre, vendió todos sus bienes, repartió el dinero entre los pobres y emprendió un peregrinaje a Roma para visitar los sepulcros de San Pedro y San Pablo. Y quiso la casualidad que, ya en el camino, recién llegado a Italia, los lugares por donde pasaba estaban asolados por una epidemia de peste. Roque se entregó en cuerpo y alma a ayudar a los apestados, y pudo tanto su aura de santidad que los habitantes de las ciudades a las que llegaba estaban convencidos de que ante su presencia huía la peste (recordemos que, en la Edad Media, la peste estaba identificada como una entidad corpórea, siendo uno de los cuatro jinetes del Apocalipsis). Tras haber cumplido su compromiso autoimpuesto con esas gentes, Roque continuó su peregrinación hacia Mantua, Módena, Padua y demás ciudades italianas donde le anunciaban que había peste, para ayudar a los enfermos que normalmente eran abandonados por miedo al contagio. Tanto tiempo estuvo Roque ocupándose de los apestados que, al final, él mismo contrajo la epidemia. Pero, con la ayuda del fiel cánido, luchó por su vida igual que había luchado por la de los demás y se curó. Al volver a su ciudad natal, ésta estaba en guerra y Roque, al llegar con un aspecto que nadie reconocía, fue tomado como espía y encarcelado. Murió en prisión, cuando llevaba allí cinco años, en 1327. Por un documento que llevaba consigo descubrieron quién era y le hicieron magníficos honores funerarios. Con ocasión de una epidemia de peste que azotó Montpellier en 1414, la ciudad se encomendó al santo e hicieron procesiones en su honor, desapareciendo la peste en seguida. He aquí el por qué se extendió la devoción a San Roque y llegó a ser un nombre tan apreciado. Un nombre que hace pensar en la fortaleza y resistencia de las rocas, en la fuerza de voluntad, un nombre que inspira confianza.  

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En Chinchón se encuentra también la ermita de San Roque, que por desgracia permanece cerrada

Pero hay un detalle más en la iconografía de San Roque que nos debe llamar la atención. Un hombre vestido de peregrino, herido en la pierna, con su bordón y pocas pertenencias, acompañado de un perro... ¿no nos recuerda a algo? Estoy hablando de El Loco del Tarot, por supuesto. No es exactamente la misma iconografía, claro, pero no es descabellado pensar que tienen relación. La carta representa a un hombre que avanza hacia el futuro apoyándose en un bastón. Lleva un fardo colgado de un palo al hombro, va vestido de bufón y el perro (o lobo), en vez de ayudarle intenta retenerle. Lo más significativo es que esta carta no lleva número, lo que significa que no pertenece a este mundo, que está fuera de él. Su vestimenta de bufón nos dice que se ríen de él, de su locura o de su cordura. El hecho de que lleve un fardo significa que ha roto con todo y se ha lanzado a lo desconocido, o al menos, a un camino distinto del que la gente esperaba de él (igual que San Roque). En el fardo lleva el resumen de sus vivencias. El bastón representa su voluntad, su interés. No se sabe a dónde va. ¿A Roma, como Roque? ¿Es un peregrino? ¿O es que efectivamente está loco y va sin rumbo, dirigiéndose hacia el vacío? Hay quien lo ha querido ver así, de tal manera que el animal que le muerde para frenarle intuye que el loco se dirige al vacío. Esa carta representa al aventurero, el que deja todo para ir a lo desconocido (la peregrinación en tiempos de San Roque no era precisamente un camino de rosas). Representa a la persona que, haciéndose el loco, no lo es, pues sabe perfectamente a dónde va y lo que quiere, sólo que lo toman por loco por salirse de los convencionalismos. Tal y como hizo Roque, que vendió todos sus bienes y repartió todo su dinero entre los pobres y se fue por el mundo a ayudar a los apestados. No es muy convencional para alguien nacido en el seno de una familia rica e influyente. No lo sé, tal vez sean imaginaciones mías, pero siempre que veo a El Loco no puedo evitar acordarme del bueno de Roque. Una figura tremendamente iniciática. No es tampoco casualidad que el artista flamenco del siglo XV conocido como El Bosco lo plasmara más de una vez en sus pinturas. 

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Hoy nos despedimos aquí. La semana que viene hablaremos de más misterios iconográficos, esta vez en Salamanca, donde encontraremos incluso enigmas templarios. ¡Hasta entonces! 

domingo, 26 de febrero de 2017

La Diosa ancestral.... Inmaculada

Hay un par de motivos que me llevan a escribir este fin de semana esta entrada. La primera es la redacción de Símbolos del perdido Sagrado Femenino, estrechamente vinculado con el tema que tratamos hoy aquí. El segundo motivo tiene que ver con una exposición temporal que tiene lugar en el Museo del Prado hasta hoy mismo, 26 de febrero. Me estoy refiriendo a Inmaculadas, una presentación especial que tiene como objetivo mostrar las piezas donadas por Plácido Arango Arias (podéis leer aquí la review que hicimos en en este mismo blog) que están relacionadas precisamente con este motivo iconográfico: la Inmaculada Concepción. Fue éste uno de los temas más representados por los artistas españoles del Siglo de Oro, dicen que para expresar los sucesivos ideales de belleza femenina. Puede ser, no vamos a entrar a cuestionar eso. No, mi intención en esta entrada es llamar la atención de mis lectores sobre los motivos iconográficos que relacionan las Inmaculadas con el culto a la Diosa de nuestros antepasados. Y es que las primeras religiones que aparecieron en la temprana humanidad estaban dedicadas al culto a la Diosa Madre y a la feminidad como símbolo de abundancia, fecundidad y prosperidad. En Símbolos del perdido Sagrado Femenino intentamos demostrar que, a este respecto, la iconografía de las Inmaculadas está fuertemente vinculada con estos cultos antiquísimos y pre-cristianos. Es decir, paganos. Pero vayamos por partes.


"Inmaculada Concepción", de Zurbarán (1630)

Este lienzo de Zurbarán nos servirá de introducción. La Inmaculada Concepción hace referencia a una representación muy característica de la Virgen María, tal y como la vemos aquí. Todas las representaciones que se hicieron de esta temática en Europa y especialmente en España durante el Siglo de Oro están extraídas de un fragmento del Apocalipsis de Juan. En este texto, 12:1, se nos relata una visión:

<< Y una gran señal apareció en el cielo: una mujer
vestida del sol, con la luna debajo de sus pies, y una
corona de doce estrellas sobre su cabeza... >>

Rápidamente se identificó a la Virgen María con esa "mujer", aunque Juan nunca afirma tal cosa. De hecho, si Juan se hizo cargo de María tras la muerte de Jesús, tal y como afirman las escrituras, la habría reconocido si llega a ser ella la protagonista de su visión. Pero no entremos en debates teológicos. Los artistas con frecuencia mezclaron esta descripción dada por Juan junto con la Asunción de María. Es por eso que en muchas representaciones de la llamada "Inmaculada Concepción" la Virgen aparece con un manto azul subiendo al cielo acompañada por ángeles mientras dirige su mirada hacia lo alto, como en este lienzo de Francisco Herrera el Mozo que data de 1670.  

  La Inmaculada Concepción de Francisco Herrera el Mozo

Sin embargo, lo que nos interesa a nosotros poco tiene que ver con los ángeles que la ayudan a subir a los cielos. El motivo por el que defendemos que esta iconografía está tomada del paganismo es la luna. Esa luna en cuarto creciente bajo los pies de María es una referencia a todas las diosas lunares de tradiciones anteriores, bajo el velo del cristianismo. Tenemos un eco a la titánide Selene y a la diosa Artemisa de la antigua Grecia, a Mama Quilla en la cultura inca del antiguo Perú, a la diosa maya Ixchel de la antigua Guatemala, a la deidad africana Hina, o a Rona de la cultura maorí neozelandesa. Después de todo, el Apocalipsis fue escrito en torno al siglo II d.C., y responde a todas las características para ser considerado parte del corpus mitológico cristiano. Juan no se inventó nada, sino que se inspiró en deidades femeninas de culturas anteriores para representarnos a una diosa "vestida de sol" (es decir, protegida del dios padre), con la luna bajo sus pies (es decir, cumpliendo su parte en la cosmogonía) y coronada de estrellas (reina del cielo). Hay gente que dice que esa luna en realidad es el símbolo del Islam al que María, en representación del cristianismo, aplastaría. Pero eso es absurdo. En primer lugar, porque cuando Juan escribe el Apocalipsis en el siglo II el Islam ni siquiera existe (ya que Mahoma vivió en el siglo VII d.C.). Y en segundo lugar, porque la media luna y la estrella (que no es tal, sino que se trata del planeta Venus) no se convirtió en símbolo del Islam hasta la llegada del Imperio Otomano. De hecho, estrictamente hablando la creciente y la estrella tampoco representan al Islam, sino que eran los emblemas del Imperio Otomano durante los siglos XV y XVI, cuando tenían bajo su dominio a la mayoría de las naciones en las que se practicaba el Islam. Así que no, esa luna no representa ni al Islam ni al Imperio Otomano. Es simplemente, y así lo considero, un reflejo de los antiguos cultos vinculados a las divinidades paganas de la Luna. Pero hay una cosa más en esta iconografía que nos remite a esas antiguas tradiciones espirituales de veneración de la Diosa. Un elemento que no aparece en ninguno de los lienzos donados por Plácido Arango pero que es relativamente frecuente en las representaciones de las Inmaculadas. Me refiero a la serpiente, que representa Tiepolo en este lienzo de 1769. 

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Tiepolo representa a María con numerosos símbolos de la Diosa: el ángel-Eros, las flores (lirios y rosas) y plantas, la luna y la serpiente con un fruto en la boca. La serpiente es, probablemente, el animal peor interpretado de la historia de la simbología. Cualquier lector que vea esta imagen pensará de inmediato en la sepriente del Edén, con el fruto del Bien y del Mal (aunque esta "serpiente" sea más parecida a un dragón). Y es que tanto el reptil como el fruto que lleva en la boca son emblemas de la Diosa de nuestros antepasados. Ya explicamos esto en una entrada de ARS OCCULTA (que podéis leer aquí), de manera que no voy a hacer hincapié más en lo mismo. Sólo quiero que pensemos en la llamada Diosa de las Serpientes minoica, en la diosa hindú Manasá, en la propia Ixchel, e incluso Gea en la mitología griega tiene numerosos hijos-serpiente, como Ladón, Erictonio o la inmensa Pitón. Son muchas las diosas de tradiciones paganas que se han asociado a la serpiente. Un animal que repta por la tierra y se oculta bajo ella estaba vinculado a los culos a la Madre Tierra. La tribu de los carnutos, los "guardianes de la piedra", una tribu que habitó las tierras galas antes de la llegada de los romanos; sabían donde levantar sus menhires por la profusión de sierpes en un terreno. La serpiente, denominada woivre, era asimismo símbolo del laberinto, en cuyo centro residía la Diosa, madre de todos. Por eso no debemos ver a la serpiente como un animal taimado, ni mucho menos como representación del Diablo. La serpiente y el fruto del árbol (con alto contenido en agua, símbolo de abundancia) son símbolo de la Diosa que hoy en día se encuentra subyugada. La serpiente habla con Eva, y es a ella a la que entrega el fruto que le otorgará el conocimiento. Es la mujer, y no el hombre, quien domina el intelecto, tal y como dominaba la espiritualidad del los pueblos del Paleolítico y el Neolítico. La mujer es engendradora y dadora de vida. Sin embargo, el Génesis relató que la mujer fue origen del pecado y que había salido de la costilla de Adán, convirtiendo a la mujer en un apéndice del hombre. Además, un apéndice pecador. Fue el hombre quien creó el concepto de "Pecado Original", no Dios. El Génesis fue el principio del fin de la Diosa, identificada en Eva. Sin embargo, esta operación de reprogramación neurolingüística de la sociedad por parte de los sacerdotes del dios masculino no tuvo el efecto total deseado. El culto a la Diosa, a la Madre, estaba muy difundido y arraigado por todo el mundo. Sobrevivió, y ahora tenemos a las María Magdalena, a las Ana, Sofía, Judith, Ruth, Margarita... todas las santas y mártires, todos los personajes femeninos que aparecen en los libros sagrados de las tradiciones monoteístas patriarcales de nuestros días son ecos de esa antigua divinidad femenina que un día habitó los altares de nuestros antepasados. Y su eco más poderoso es, por supuesto, la Virgen María. Esposa y Madre de Dios, Reina del Cielo. Es una diosa con todas las de la ley. Pero no es la primera, sino una de muchas. El Sagrado Femenino, la Diosa, aguarda todavía en el centro del laberinto, esperando su despertar. Lo menos que podemos hacer es, cuando veamos una luna o una serpiente, acordarnos de ella. Porque es ella, la Tierra, nuestro soporte y principal fuente de trascendencia. La serpiente no es su enemiga, sino su compañera.

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"La Inmaculada Concepción", de Rubens (1629)

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El laberinto en el suelo de la catedral de Chartres es el recuerdo de que en ese mismo lugar, mucho antes de la llegada del cristianismo, se veneraba a la Diosa. Su talla, negra como las entrañas de la tierra, aún puede admirarse en la cripta

    

   

domingo, 12 de febrero de 2017

Simbología "peculiar" en Toledo

Ayer mis padres y yo nos fuimos en un viaje organizado a Toledo, a visitar las numerosas obras de arte arquitectónicas que tiene para ofrecer la ciudad del Tajo. Y bien sabéis que yo, allá donde voy, voy fijándome en aquellos elementos iconográficos y simbólicos que se salgan de lo normal, que chirríen con la ortodoxia de la época. Peculiaridades iconográficas, vaya. Bien es cierto que hablar de "peculiaridades" en Toledo no tiene mucho sentido, ya que la riqueza religiosa y cultural en esta ciudad fue tal que cualquier iglesia, cualquier sinagoga o mezquita es peculiar en sí misma. Sin embargo, vamos a analizar aquí algunos de los símbolos llamativos (aunque no por ello extraños) que estaban ocultos a la vista de todo el mundo. Empezamos con un detalle interesante de nuestra primera parada: la Sinagoga del Tránsito, edificio del siglo XIV.

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Interior de la sinagoga

Centrándonos en el muro donde se encuentra el hejal (lugar sagrado donde depositar los rollos de la Torá) podemos encontrar algunos detalles curiosos en la yesería. Conviene recordar que este edificio se construye cuando la ciudad está bajo dominio cristiano, pero es un templo religioso de y para los judíos... aunque edificado por musulmanes. Una riqueza cultural difícilmente igualable, y eso se hace notar. En la yesería del muro este, con el hejal, podemos encontrar numerosos motivos como estos:

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Son dos los símbolos interesantes de esta yesería. El primero es esa figura geométrica circular de numerosos trazos circunscritos y en cuyo centro, algunas veces, aparece una flor. Ése símbolo es una mezcla entre la geometría sagrada (la llamada flor de la vida) y la Cábala judía. ¿Podrían los arquitectos musulmanes haber tenido contacto con los rabís judíos e iniciarse en la Cábala? Todo es posible. Pero hemos dicho que hay dos símbolos llamativos en esta yesería. El segundo lo encontramos en la esquina superior izquierda de esta misma fotografía superior: es una concha. Un símbolo que nos puede parecer típicamente cristiano por relacionarlo con el bautismo o con la peregrinación, pero también es un poderoso símbolo del islam, reflejando las aguas primordiales sobre las que flotaba el espíritu de Alá. Pero tanto el cristianismo como el islam lo toman de una tradición anterior: el paganismo. La concha es el símbolo de la diosa Venus.

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La Flor de la Vida, importantísima en Geometría Sagrada

Pero hay otro símbolo destacable en la Sinagoga del Tránsito, que nos puede pasar también desapercibido. Seguramente mis lectores saben que el islam prohíbe la representación iconográfica de dios, hombres o animales; al considerarse un acto de creación y por lo tanto reservado y exclusivo de Allah. Así que la decoración de sus mezquitas la realizan a base de tipografía coránica, de motivos geométricos y vegetales, que es justo lo que vemos en la siguiente imagen.


En este caso, los motivos vegetales son ramas y hojas de la flor de lis, pero sin la flor. Según parece, hace referencia a la leyenda musulmana según la cual Mahoma, momentos antes de ascender a los Cielos en el lugar donde hoy se encuentra la Mezquita de la Roca, en Jerusalén, recibió la visita del arcángel Gabriel. Éste se agachó, tocó el suelo con su mano, y de ahí brotó una flor de lis (un lirio). El ángel se lo entregó a Mahoma y le dijo que su mensaje debía unir al cielo, a la tierra y a lo que está debajo de la tierra. Así, el lirio en el islam se convierte en un símbolo de paz y unidad. En el cristianismo es un símbolo de pureza, asociado comúnmente a la Virgen.  

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Bien, nos desplazamos ahora hasta la iglesia de San Román, construida en el siglo XIII sobre una antigua basílica visigótica y, muy probablemente, un templo romano. Aunque hay muchas cosas que decir sobre este templo, no es la intención de esta entrada ni tampoco disponemos de tiempo para ello. Sólo quiero llamar vuestra atención sobre algunas de las pinturas murales de su interior. 

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Empecemos con ésta. Es una representación de tres de los cuatro vivientes (el cuarto se encuentra en el muro contiguo), identificados en el cristianismo con los cuatro evangelistas. Esta iconografía daría para una entrada aparte, así que sólo llamaré la atención sobre un detalle concreto. Podemos ver que los tres vivientes (identificados, de derecha a izquierda, con Marcos, Mateo y Lucas) tienen cuerpo de hombre y cabeza de animal, excepto Mateo que es todo hombre. Sabemos cómo funciona la simbología de los cuatro vivientes o tetramorfos: Mateo - Hombre, Marcos - León, Lucas - Buey, Juan - Águila. Esta iconografía es muy usual, y se repite a lo largo de toda la historia del arte. Lo que ya no es tan corriente es encontrar este tipo de iconografía: cabeza de animal y cuerpo de hombre. Normalmente se representaba al animal completo con alas y posteriormente al hombre con el animal al lado. Este cruce entre hombre y animal no tuvo mucho arraigo... porque la Iglesia se preocupó de que así fuera. Y es que nos tiene que recordar a algo. Algo pagano, concretamente. Exacto, es la misma simbología que los dioses egipcios: cuerpo de hombre y cabeza de animal. Incluso el halo de santidad, el disco luminoso detrás de las cabezas de los evangelistas, tiene su eco en la representación del disco solar egipcio.

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Esta influencia de la religión egipcia en la iconografía cristiana no debería sorprendernos lo más mínimo, pues el cristianismo es una de las religiones más sincréticas que he tenido la oportunidad de estudiar. El sincretismo consiste precisamente en eso, en adaptar dogmas iconográficos y simbólicos de unas religiones a otras, como los halos de santidad, por ejemplo. Pero el cristianismo no sólo "copió" elementos de la religión egipcia: también podemos encontrar en su doctrina simbólica huellas de las tradiciones persa, caldea o, por supuesto, hebrea. Y también griega, tal y como explicaremos enseguida, ayudados por otro fresco de la iglesia de San Román.

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A mano derecha podemos ver una espantosa criatura alada (me refiero al monstruo, evidentemente, no al ángel). Se trata, muy probablemente, de la "serpiente antigua, que es Satanás" a la que se refiere Juan en el Apocalipsis. De tal manera nos lo explicó el guía, y estoy de acuerdo con él. La representación del Demonio como dragón siendo sometido por San Miguel (que no se ha conservado) es bastante común en el Románico. Pero hay una cosa en la que no estoy de acuerdo con él. Nos dijo que, a pesar de que el Apocalipsis habla de un dragón, el artista de San Román ha representado a la criatura con los cuartos traseros de un león y con cola serpentina terminada en una aleta. "Seguramente se equivocó", dijo. Bueno, pues no. No se equivocó, esta gente no se equivocaba en las representaciones de un lugar sagrado, una actividad que para ellos era en sí misma sagrada. No, el pintor no se equivocó al representar un dragón, sino que su inspiración, me parece, le pasó inadvertida a nuestro guía. El artista se basó en las quimeras de la mitología griega. No es que su intención fuese representar una quimera, sino que utilizó elementos de distintos animales (cabeza y cola de reptil, alas de águila, cuartos traseros de león y apéndice de pez) para representar al dragón del Apocalipsis, en lo que es en toda regla una quimera. Aunque no LA quimera. Espero haberme explicado. Pero mira, ya que estamos en el tema de las interpretaciones (a mi juicio) incompletas, me gustaría también hacer un apunte que considero necesario. Al otro lado de la estancia en la que se muestra el dragón, aparece esta escena de Eva y Dios.  

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Dejando de lado el hecho de que el rostro de Yahveh (dios del Antiguo Testamento, creador del hombre) sea el de Jesús, al respecto de esta iconografía surgió una duda colectiva, que planteo a los lectores: este momento, ¿es antes o después del Pecado Original? Como es de imaginar, las opiniones estaban divididas. Pero recordemos: estamos en una época en la que la mayoría de la gente no sabía ni leer ni escribir ni entendían los sermones en latín de los sacerdotes. La pintura y escultura se convirtió en el único medio de transmisión de conocimientos al pueblo, concretamente en lo referente a la historia sagrada. Es decir, que una pintura no podía tener un significado confuso porque la gente TENÍA que entenderlo. ¿Qué ocurre? Que nosotros tenemos la cultura religiosa mucho más olvidada que nuestros antepasados castellanos, y nos hemos olvidado de algo importante en lo que respecta al pasaje que representa esta pintura. Que, por cierto, representa el antes del Pecado Original, cuando Dios está advirtiendo a Adán y Eva que pueden comer de cualquier árbol del Edén excepto del que se encuentra en el centro del mismo, el Árbol de la Ciencia del Bien y del Mal (que se entiende es el que aparece en la pintura). La pregunta que surge nada más plantear esta cuestión es: "si eso es así, ¿por qué Eva se cubre?" Evidentemente, por la sensibilidad religiosa de la época. Que Eva se cubra los genitales cual Venus Púdica no es prueba de que ya haya comido el fruto del Bien y del Mal, porque entonces no tendría necesidad de taparse. El propio Génesis dice que, nada más comer del árbol, se dieron cuenta de que estaban desnudos y se hicieron unos delantales con hojas de higuera, antes de que Dios descubriese su acción. O lo que es lo mismo, si el artista hubiese querido representar el momento posterior al pecado original, Eva no tendría necesidad de taparse debido a que la hoja de higuera lo haría por ella. Claro que también el artista podría haberse alejado del relato del Génesis, y entonces mi interpretación carecería de fundamento. Quizá algún día sepamos la respuesta. 


Son muchos los enigmas y datos que encontramos sobre Toledo, tantos que podríamos estar aquí días y días y nos dejaríamos cosas en el tintero. Nos queda hablar del puente de San Martín y de la Virgen Negra de Tiro que lo custodia, los mensajes ocultos que dejó Juan Guas grabados en la piedra en el monasterio de San Juan de los Reyes, de la portada alquímica de la Catedral, de la Virgen Blanca de su interior situada encima de un pozo natural y vinculada con el Sagrado Femenino, de la arquitectura sufí presente en la mezquita del Cristo de la Luz y de su Maiestas Domini inscrito en la mandorla, símbolo de la matriz femenina primordial y origen del Todo, de las grutas y cavidades subterráneas por donde se dice que anduvo la Mesa de Salomón... pero tampoco quiero agotar a nuestros lectores. Lo mejor es que se animen y se acerquen a visitar la ciudad que se levanta orgullosa sobre la peña bordeada por el Tajo. Visitar la Ciudad de las Tres Culturas y las Cinco Artes Medievales nunca está de más. Adelante, no seáis tímidos y reservad un fin de semana para acercaros. Toletvm os espera.

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sábado, 21 de enero de 2017

Penitencia, perdón y furia en el Prado


En 1632, José de Ribera, el Españoleto, recibe el encargo de pintar las Furias, cuatro cuadros que representan los cuatro grandes supliciados de la mitología clásica, símbolos del dolor y el sufrimiento. Pero sólo se conservan dos, Ticio e Ixión. La primera frase que aparece en el cómic es", explica el guionista y escritor Antonio Altarriba, "falta Sísifo. También falta Tántalo. ¿Qué ha ocurrido? ¿Dónde están esos cuadros? ¿Cómo se pintaron? ¿Cómo han desaparecido?" Son las preguntas que conforman el hilo argumental de El perdón y la furia, un cómic de los autores de Yo, asesino, Altarriba y Keko, que trasladan a viñetas el universo de Ribera para contar la historia de un profesor de universidad llamado Osvaldo, empeñado y obsesionado por descubrir el misterio de la desaparición de los dos cuadros, un viaje violento y cruel por la oscuridad, la redención y el dolor, la penitencia, el perdón y la furia.

Viñeta del cómic sobre el artista José de Ribera

El cómic, dice el escritor, "tiene mucho de thriller, de obsesión personal, hay crímenes y una trama que podríamos considerar policiaca, pero es sobre todo la obsesión de un profesor intrigado por uno de los grandes misterios que rodea la obra de Ribera". En El perdón y la furia, Keko dice haberse "subido" al torreón en el que se recluye el protagonista de la historia, para "convertirse en él",  y confiesa que al principio tuvo dudas acerca de si en el Museo aceptarían bien "una historia tan violenta y cruel, en la que iba a haber asesinatos", en tiempos de tanta corrección política. El dibujante usa su habitual gama cromática de negro, blanco y rojo y traslada el universo de Ribera a las viñetas en el tratamiento de la luz y las posiciones de los personajes que aparecen. Esta es la segunda vez que el cómic entra en el Prado tras El tríptico de los encantados, de Max, en una apuesta del Museo por hacer de sus obras un punto de partida para la reflexión desde la creación contemporánea. Un diálogo natural en opinión de Altarriba, que cree que "un cuadro tiene alma de viñeta... y una viñeta tiene alma de pintura".

“Ribera es una invitación a la crueldad”, asegura Keko a EL ESPAÑOL. Es difícil encontrar a un dibujante más tenebrista y barroco en el panorama actual del cómic. “Veo cosas muy cercanas con él, sobre todo, el gusto por lo macabro y truculento. Más allá de la habilidad y su maestría tiene enfoques muy salvajes que reflejan la crueldad, el martirio y el sufrimiento. Es algo con lo que me identifico”, asegura. Keko dice que el libro cumple con el dictado riberiano, con escenas bastante fuertes, “muy en consonancia con el homenajeado”. Con ironía dice que no han cargado excesivamente las tintas, porque ya lo están. Las escenas más fuertes están sacadas de cuadros y dibujos suyos. “Visitad el Prado - recomienda el dibujante - Está lleno de violaciones, despellejamientos, martirios, es un festín de la crueldad. Nuestro libro en esto es muy respetuoso con Ribera… ya veremos si con el lector de nuestros días”. El cómic en blanco y negro incluye las obras referidas en color. El relato parte del género policíaco y, de alguna manera, retoma la anterior narración de ambos autores. En aquel libro, el protagonista era catedrático en Historia del Arte, especialista en pintura barroca, y asesino en serie. Justifica sus acciones criminales como obras artísticas. “Ese fue el punto de partida que en el Museo del Prado interesó para desarrollar”, comenta Altarriba.

Una de las páginas del libro El perdón y la furia. 

Ahora, con El perdón y la furia, presentan a un profesor obsesionado con su investigación sobre Ribera. Esa es la excusa para trazar una visión contemporánea de Ribera a partir de sus obras. A partir del misterio sin resolver de la desaparición de dos de las Furias (Sísifo y Tántalo), plantean un thriller que se pregunta si Ribera era un pintor religioso y místico o un virtuoso de la composición y de la anatomía. “¿Era un formalista interesado por el tenebrismo o un arrebatado místico que participaba de la fe que demuestran esos cuadros?”.

Así es como el pintor más bello y terrible, salta al cómic con sus tormentos y martirios. Espeluznante y místico, así es como se hace popular un artista incorrecto: “Ahora pasamos por una época en la que todo molesta y todo ofende. Si seguimos así, llegará un momento en el que no podrás hacer nada sin ofender a alguien, aunque no quieras. Hasta un chiste puede ofender. Esto va en detrimento de la libertad de expresión”, dice Keko. Eso es Ribera, algo muy reivindicable en los aceites de la corrección. "Keko está soberbio, pero creo que es su mejor trabajo”, asegura Altarriba. Keko es pura expresión tenebrista. El dibujante de las sombras apasionado por el Barroco español y sus claroscuros y las luces duras, también se recrea en el dolor y la crueldad de los castigos por amenazar a la autoridad. Ixión por tratar de seducir a la diosa Hera por lo que Zeus, primero, le azota brutalmente y luego le ata a una rueda encendida que gira sin cesar en el Tártaro, donde todavía cumple su castigo.

Cuenta Altarriba que cada cuadro de Ribera es una historia concentrada, un guion en una imagen, como si fuera una viñeta. Keko lo discute: “El cómic es una secuencia de imágenes, no una imagen condensada. Eso sería más una ilustración”. Por cierto, el dibujante cree que el cuadro de Ixión, que el Prado muestra tan desafortunadamente en la rotonda de Goya, debería contemplarse vertical y no horizontal. Quizá de esta manera se evitarían los reflejos que lo ciegan, quizá así se verían las las gotas de sudor del martirizado.

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sábado, 7 de enero de 2017

Feliz NavidArte

Ya han pasado las fiestas de Navidad y los Reyes Magos, y toca reincorporarse a la rutina. Por nuestra parte, volvemos para ofreceros de nuevo el arte del Museo del Prado. Pero esta semana traemos un arte muy especial. Y es que, ¿os habéis preguntado alguna vez cómo representaron los maestros del pasado los episodios que celebramos en estas fechas? Pues eso es lo que vamos a ver. Y empezamos con un clásico.

"La Anunciación", de Fra Angelico (1425)

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¿Qué le puedes contar a un niño? De acuerdo a los Evangelios, el arcángel Gabriel - en la tabla - se aparece a María estando ella en su casa para anunciarle que va a dar a luz a un niño que será el Hijo de Dios y el Redentor de la Humanidad. Este momento es lo que se conoce como 'Anunciación'. Sin embargo, no es eso lo que está representando aquí el pintor. O al menos, no únicamente. Como se puede ver, María cruza los brazos sobre su pecho y hace una leve reverencia, lo mismo que el arcángel. Mientras tanto, en la esquina superior (a la izquierda del observador) se pueden ver las manos de Dios envían un haz de luz en el que viaja el Espíritu Santo (en forma de paloma blanca), y Jesús en ese momento comienza a crecer en el vientre de María. Esto es lo que se llama Encarnación, el instante en el que Dios se hace hombre. El arcángel hace una reverencia en señal de respeto a la madre de Dios, la cual aparece leyendo porque se la consideraba conocedora de las Sagradas Escrituras. Es decir, una mujer letrada. Al mismo tiempo, su manto azul es una señal a su condición de reina del Cielo.

 ¿Qué le puedes contar a un adulto? El hecho de que una virgen tenga un hijo no debería sorprendernos en absoluto, pues son muchos los casos de tradiciones anteriores en los que se presenta esta misma situación. Sin ir más lejos, en la tradición romana por ejemplo tenemos a Rómulo y Remo, los legendarios fundadores de la ciudad de Roma, que fueron hijos de un dios y una mortal: Marte, dios de la guerra, y Rea Silvia, una virgen vestal. Pero es en la mitología griega donde más se da este caso, sobre todo con el dios Zeus, que tuvo numerosos hijos de su unión con mujeres mortales: Hércules, Perseo, Dionisos... Como vemos, Jesús no hace más que continuar una tradición preexistente muy anterior al cristianismo: la de que una mujer virgen reciba la visita de un ser divino y quede milagrosamente embarazada.


"La Visitación", de Rafael Sanzio (1517)

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¿Qué le puedes contar a un niño? Después del acontecimiento que acabamos de comentar la Virgen María, ya embarazada de Jesús, se va a visitar a su prima Isabel, que está embarazada a su vez de Juan Bautista. En este cuadro del maestro de Urbino aparecen las dos mujeres embarazadas. Se dice que cuando María llegó a casa de su prima, el pequeño Juan dio un vuelco en el interior de Isabel, reconociendo así ésta en María a la madre del Salvador. De hecho, fue Isabel la primera que dijo "Dios te salve - que luego se convirtió en el 'Ave' de los romanos - María, el Señor es contigo. Bendita tú eres entre todas las mujeres", una frase que llevan repitiendo millones de personas a lo largo de los siglos. Al fondo de la pintura podemos ver el primer encuentro que tendrán los dos primos segundos: el Bautismo. A las orillas del río Jordán, situado en Galilea, Juan bautizará a Jesús contando éste con treinta años. Será entonces cuando comenzará su ministerio.  

¿Qué le puedes contar a un adulto? A pesar de que esta obra está firmada por Rafael, los expertos dicen que el cuadro no lo pintó él. Suya sería el diseño y la composición, pero la realización última de la pintura habría corrido a cargo de uno de sus alumnos más aventajados, quizá Gian Francesco Penni. Sin embargo, hay algo aún más interesante. Y es que Rafael Sanzio no estaba muy conforme con las doctrinas de la Iglesia Católica y su forma de vida, aunque sus principales clientes eran cardenales e incluso trabajó para el Papa. Pero no, Rafael pensaba que la Iglesia se había alejado en su estilo de vida del verdadero mensaje de Jesús. Y él abogaba por un cristianismo más humilde y puro. Así que, como el personaje neotestamentario que representaba a la Iglesia de Roma era el propio Jesús, Rafael y muchos otros eruditos de la época buscaron otra figura que reflejase sus ideales de cristianismo primitivo. Y encontraron esa idea personificada en la figura de Juan Bautista, el eremita, el profeta del desierto. Por eso son muchas las obras de este período donde aparece Juan Bautista, tanto adulto como niño. Y es que Rafael y su círculo defendían que, de alguna manera, Jesús había nacido inferior en magisterio a Juan, ya que fue éste quien le bautizó en el Jordán y no al revés. Quizá eso fue lo que quiso representar Rafael en esa escena del fondo: la superioridad espiritual de Juan sobre Jesús.


"La Natividad", de Federico Barocci (1597)

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¿Qué le puedes contar a un niño? Llegamos aquí al acontecimiento que hemos celebrado el 25 de diciembre: el nacimiento de Jesús. Según el Nuevo Testamento, José y María habían viajado a Belén - la ciudad que había visto nacer al rey David - para empadronarse por orden del emperador Augusto. Al no encontrar sitio para pasar la noche, ya que todos los establecimientos estaban ocupados, finalmente pasaron a descansar en un establo. Fue allí donde María dio a luz, y es lo que montamos en nuestras casas todos los años: el Belén.

¿Qué le puedes contar a un adulto? El hecho de que María diese a luz a Jesús en un pesebre tampoco es ninguna novedad. Resulta que, durante esos siglos, en aquellas regiones una mujer que tuviera el período no podía estar en el interior de la casa con su familia porque se consideraba impura. Así que tenía que bajar a los establos a convivir con los animales los días que durase el período. Lo mismo ocurría con los partos. De modo que Jesús no fue especial en esto, ya que todos los niños y niñas judíos del siglo I a.C. nacieron en establos. Sin embargo, el nacimiento de un semidiós como Jesús en una caverna o gruta rodeado de animales también tiene un fuerte componente simbólico. En Persia el dios-héroe Mitra también nació en una gruta rodeado de animales. También tiene importancia simbólica que Jesús "naciese" en Belén, pero eso ya lo explicamos en otra entrada, que puedes leer aquí.


"La adoración de los pastores", del Greco (1612)

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¿Qué le puedes contar a un niño? Las figuras que no pueden faltar en ningún Belén son las de los pastores. Como sabéis, un ángel se apareció a varios pastores que estaban por las cercanías de Belén cuidando de sus rebaños y les dijo que el Salvador de la Humanidad había nacido en un pesebre de Belén. De modo que los pastores fueron a adorarle. En este cuadro del Greco, un pintor griego afincado en la España del siglo XVI, aparecen en la parte de abajo la Virgen con el Niño - que es fuente de luz - rodeados por los pastores, que se asombran ante el resplandor del Niño. En la parte de arriba, los ángeles cantan la gloria de Dios. Un detalle curioso: el único pastor que aparece arrodillado en posición orante ante Jesús, que nos da la espalda, es un autorretrato del propio pintor.

¿Qué le puedes contar a un adulto? Una vez más, esta escena de la adoración de los pastores no es exclusiva del cristianismo. Al dios egipcio Horus, hijo de Osiris e Isis, también vinieron a adorarle unos pastores. En el Nuevo Testamento sólo Lucas habla de la adoración de los pastores. Mateo, en cambio, sólo se refiere a la adoración de los magos. Sin embargo nosotros, por comodidad teológica, hemos acabado fundiendo ambos relatos en uno solo, a pesar de las evidentes diferencias que existen entre uno y otro.


"La adoración de los Magos", del Bosco ¿1510?

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¿Qué le puedes contar a un niño? Finalmente tenemos aquí una representación de lo que hemos celebrado el 6 de enero: la llegada de los Reyes Magos, cargados de regalos, para adorar al Niño Jesús. Esta obra es un tríptico, es decir, un cuadro formado por tres tablas, dos de las cuales se pueden abrir y cerrar como si fuese una puerta, una ventana o un libro. Podemos ver en las tablas laterales a dos personajes, un hombre y una mujer, arrodillados. No son personajes bíblicos, sino que es un matrimonio de nobles que financió la realización de esta obra. Incluir a los llamados "donantes" en posición orante en la obra era algo muy normal en esta época, siglo XV-XVI. Pero vamos a ver a los personajes de la Biblia. ¿Podéis encontrar a San José? Es el hombre anciano que está en la tabla lateral (a la izquierda del espectador). Se encuentra sentado enfrente de una hoguera, dándonos la espalda, y nos mira mientras seca los pañales de Jesús. En la otra tabla lateral (a la derecha del espectador) podéis ver en segundo plano un cordero. Eso es un símbolo de Jesús, a quien se llamaba "Cordero de Dios". Pero fijémonos en la tabla central. Tenemos por un lado a la Virgen con el Niño, y frente a ella aparecen los tres Reyes Magos. Melchor y Gaspar están arrodillados, mientras que Baltasar se mantiene de pie detrás de ellos. 

¿Qué le puedes contar a un adulto? Sólo sobre este cuadro se podría escribir un libro entero, pero no da para ello ni nuestra intención ni nuestro espacio. Así que vamos a centrarnos sólo en las figuras de los Reyes Magos. Lo primero que debe llamarnos la atención es la presencia de un Baltasar negro. Porque no, no siempre ha habido un Rey negro. De hecho, el Bosco fue uno de los primeros - si no el primero - en mostrar a uno de los tres magos como una persona negra. Pero hasta el siglo XV se representaba a los tres magos como hombres blancos. Así puede apreciarse por ejemplo en este 'Frontal con escenas de infancia de Jesús' de la primera mitad del siglo XIII, donde los Reyes Magos aparecen en la parte superior de la obra adorando a Jesús.

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Pero hay más. Ya hemos dicho que sólo Mateo habla de la llegada de los estos tres personajes a Belén... pero nunca dice que fuesen reyes. Ni sus nombres. Ni que fuesen tres. En realidad, sólo habla de unos "magos". Pero cuidado, la palabra 'mago' en esa época no hacía referencia forzosamente a practicantes de la hechicería. Tampoco a astrólogos, como se ha dicho también. Hay que entenderlos más bien como sabios, probablemente sacerdotes de Persia o Arabia. De hecho, esa palabra 'mago' pasó posteriormente al latín como 'magister' y al español como 'maestro'. Ahora bien, ¿por qué el Bosco decidió pintar a uno de ellos negro, y ha quedado así para los siglos de los siglos? Porque el Bosco pertenecía a una sociedad secreta - La Hermandad de Nuestra Señora de Bolduque - que practicaba un cristianismo hetedrodoxo, según el cual todos los hombres y mujeres eran iguales a ojos de Dios. Una idea extremadamente moderna teniendo en cuenta que esa hermandad nació en el siglo XV pero tenía sus ideas heredadas de otras sociedades que se remontan al siglo III d.C. Y cuando digo que todos eran iguales, quiero decir TODOS. No ya igualdad entre hombres y mujeres - a día de hoy seguimos luchando por eso - sino igualdad también entre razas. Recordemos que estamos en una época en la que los negros eran esclavos, considerados como animales. Pues el Bosco perteneció a una sociedad que quería devolverles la libertad y la dignidad. Y esa lucha, ese reflejo de igualdad y justicia, fue lo que plasmó el Bosco al pintar un Baltasar de color. Así los negros podían ser reyes, igual que los blancos. Una llamada de atención para el poder establecido de la época. 

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"La Adoración de los magos" del Bosco (1475), 
conservado en el Metropolitan Museum de Nueva York. 
Se considera la primera obra autógrafa del Bosco, 
y en ella ya se puede ver la primera inclusión de un rey negro