sábado, 23 de enero de 2016

El Fruto del Infierno: María & Perséfone

        Con motivo de la adquisición por parte del Museo del Prado de la obra de Fra Angelico que ha recibido por título "La Virgen de la Granada", he decidido dedicar esta entrada a su breve comentario. Pero no en el aspecto formal ni estilístico, pues ya sabéis que esos asuntos me interesan menos y, por lo tanto, sé menos. Si deseáis una descripción detallada de la obra es mejor que consultéis la página web del propio Prado, porque aquí vamos a hacer un análisis distinto. Se conoce a esta obra como "La Virgen de la Granada", de manera que voy a centrar mi análisis en un elemento muy concreto: la granada.


         ¿Qué representa la granada, sostenida por la Virgen María y donde el Niño Jesús introduce su mano? Como bien dice el título, la granada es el fruto del Infierno. Pero no nos adelantemos. Porque la granada, como todo, tiene su historia. Desde hace al menos 5.000 años que en Asia occidental y el Norte de África se cultiva la granada. También se la veía en los Jardines Colgantes de Babilonia, una de las Maravillas del Mundo Antiguo. Los egipcios preparaban con su jugo un vino ligero con sabor a frambuesa que utilizaban en algunos ritos de iniciación de los templos de Edfú y Karnak; mientras que en Grecia, Hipócrates, considerado el primer médico de la Historia, vemos que recomendaba el jugo de granada contra la fiebre y como protección contra la enfermedad.

        Según la mitología griega, el primer granado fue plantado por Afrodita, la diosa del amor, la belleza femenina y la sexualidad. De esta manera, el primer significado que recibe la granada es la de fruta de la pasión. Sin embargo, el relato más conocido de la granada es el de Perséfone, la hija de la diosa Deméter, deidad de la Tierra. Los famosos Misterios de Eleusis giraban en torno a este mito de la doble Magna Mater. De acuerdo con el mito, Perséfone se encontraba un día recogiendo flores junto a unas ninfas en un campo de Enna cuando apareció su tío, Hades, dios del Inframundo; emergiendo de una grieta en el suelo. Enamorado de ella y sabiéndose no correspondido, Hades secuestró a Perséfone y se la llevó con él al interior de la Tierra. 

  G.L. Bernini - Ratto di Proserpina
"El Rapto de Proserpina", de Gianlorenzo Bernini.
Galleria Borghese, en Roma.

                 Las ninfas fueron castigadas por no haber intervenido, siendo transformadas en sirenas. La vida quedó paralizada mientras la desolada Deméter buscaba por todas partes a su hija perdida. Hécate, diosa de las tierras salvajes y de los partos, había oído sus gritos y sugirió a Deméter hablar con Helios, dios del sol, que todo lo ve, para que le contase lo que había pasado. Finalmente, Zeus no pudo aguantar más la agonía de la Tierra (en parte porque los humanos morían de hambre y sed y no podían ofrecer los sacrificios pertinentes a los dioses) y obligó a Hades a devolver a Perséfone, enviando a Hermes a rescatarla. Pero Hades, fingiendo arrepentimiento y como gesto de buena voluntad, le ofreció a su sobrina un fruto del Infierno: la granada. Perséfone comió, inconsciente de que quien probase un bocado de las frutas del Infierno se vería obligado a permanecer en él. Sin embargo, Hades no quería tener problemas con su hermano Zeus, por lo que llegó a un acuerdo con Deméter: durante seis meses, la joven diosa subiría a la tierra con su madre, y los otros seis meses los pasaría junto a Hades como reina del Inframundo. Cuando Deméter y su hija estaban juntas, la alegría de la primera hacía que la tierra floreciera de vegetación. Pero durante seis meses al año, cuando Perséfone volvía a los infiernos, la tierra se convertía de nuevo en un erial estéril. Perséfone se convirtió de esta manera en la terrible Reina de los Infiernos, con la granada como atributo, como recuerdo del fruto que marcó su destino.


           ¿Tienen relación la diosa Perséfone con la virgen María? Podéis investigar si es así, pero para los cristianos, el simbolismo de la granada es algo diferente. Para ellos, al igual que para los sufíes, la granada es un símbolo perfecto de la indiscutible y absoluta unidad de la existencia: la unidad del ser. La multiplicidad de sus semillas contenidas en la unidad del fruto. Como dice el viejo proverbio de los alquimistas, Uno es Todo y Todo es Uno. Dime, lector, ¿sabes ver la correlación de esta máxima con la imagen de la Virgen María?   


lunes, 11 de enero de 2016

Grandes desconocidos: Da Cortona

En esta primera entrada después de las fiestas me parece acertado presentar al gran público una Natividad. Pero no es una cualquiera. Hablo de "La Natividad", de Pietro da Cortona.

Esta pintura, fechada hacia 1658, fue un regalo para Felipe IV que le hizo el cardenal Francesco Barberini, sobrino del pontífice Urbano VIII (gran amigo y protector de personalidades como Galileo Galilei o Gianlorenzo Bernini). Tras la muerte del papa, que era conocido por sus tendencias anti-españolas, sube al trono de Pedro el filo-español Inocencio X. Gracias a esto, Felipe IV ordena la confiscación de las rentas eclesiásticas de las que Barberini gozaba en España e Italia. La reconciliación entre ambos se produjo en 1659, en parte como consecuencia de los regalos que el cardenal envió a Madrid. Entre ellos se encontraba esta pintura, cuyo soporte está formado por cuarenta y tres pequeñas placas de venturina y tres de pizarra.

La venturina, denominada así porque su producción dependía principalmente de la suerte o ventura, es una pasta de vidrio que imita los efectos de la piedra procedente de la India y Rusia a la que da nombre. Se comenzó a elaborar a principios del siglo VII en la ciudad veneciana de Murano, añadiendo óxido de cobre a la pasta de vidrio transparente. Así se conseguían característicos vidrios de intensidad variable, que Pietro da Cortona (1597-1669) aprovechó para evocar el cielo estrellado. El Museo Nacional del Prado no incluye esta pieza en su catálogo de obras maestras (cosa comprensible, ya que hay muchas otras que la superan en muchos aspectos), pero es una obra admirable y que da a conocer el significado de la belleza nada más se contempla. Tanto es así que, hasta el año 2009, "La Natividad" de Da Cortona estuvo en las salas del Tesoro del Delfín.