El cuadro pertenecía al hispanista y experto en bodegón español William B. Jordan. Lo compró en el mercado de arte londinense, pero figuraba como "Retrato de don Rodrigo Calderón" en una inscripción apócrifa de la parte superior y estaba atribuido al cículo de un pintor flamenco. Durante las tres décadas que ha estado en su poder, Jordan ha restaurado este pequeño lienzo y lo ha estudiado consciente de que podía estar ante una obra inédita de Velázquez. De hecho, desde un primer momento reconoció en ese rostro al monarca español comparándolo con un retrato de Pantoja que poseía en su estudio.

Retrato de Felipe III por Juan Pantoja de la Cruz
En realidad, y tras los exhaustivos análisis realizados por el Museo del Prado, se trata de un cuadro preparatorio para el rostro de Felipe III que el pintor sevillano realizó para la composición de "La expulsión de los moriscos" (1627), que se destruyó en el incendio del Alcázar de Madrid en 1734 y que solo se conoce por las descripciones de la época. Los análisis de soporte, la radiografía y los rayos infrarrojos por los que ha pasado el boceto en el Prado confirman que se trata de una obra de Velázquez muy relacionada con sus retratos de la segunda mitad de la década de 1620. Tanto la tela como la preparación o la manera de construir la obra son similares a otros cuadros del artista español fechados en torno a 1627. Además, tras compararlo con obras como "Felipe IV con armadura", "Felipe IV a pie" o "El infante don Carlos"; todas pintadas entre 1627 y 1628, se han revelado muchas similitudes en cuanto al modelado, especialmente en la parte inferior de los rostros o la construcción anatómica de las narices.

Retrato del infante don Carlos
Esta nueva pintura, "de extraordinaria calidad e inédita para la investigación, permite arrojar luz sobre una de las obras capitales del comienzo de la etapa cortesana del pintor", aseguran desde el Museo del Prado. Para Jordan la obra, pintada por Velázquez en Madrid en los años que estuvo en la corte (es decir, entre 1623 y 1631, cuando se marcha a Italia) era de Velázquez porque la edad que aparenta Felipe III es cercana a los cuarenta años que tenía en 1609 cuando se produjo la expulsión de los moriscos. Además es una pintura posterior a esa fecha porque se corresponde con el nuevo estilo de retrato real que se difundió esos años y porque coincide con las descripciones de "La expulsión de los moriscos" que sugieren que el retrato de Felipe III que protagoniza el episodio mostraría un gesto y una dirección de la mirada similar al del boceto.
Cristina Simmons, de la American Friends of the Prado Museum, explica que la atribución de este boceto a Velázquez supone un hallazgo muy relevante. "Es muy importante para el conocimiento de Velázquez como retratista de la Corte. Para saber cómo se está formando en esa área, liderándola, y cómo su técnica cambió tanto en Madrid como en su fase italiana. Además, al ser un cuadro de trabajo, es el único boceto que conocemos de Velázquez y aporta mucha información sobre su forma de trabajar y cómo se preparaba para sus composiciones finales."

Fuente: El Confidencial
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