sábado, 9 de julio de 2016

Eclosión

Sé que parece que llevo como mil años sin publicar nada por aquí, pero en realidad sólo ha sido un mes. Y para retomar el ritmo (o por lo menos intentarlo), os traigo una escultura que se está mostrando de forma temporal en el Museo del Prado: la obra en cuestión se titula, evidentemente, "Eclosión", y es del catalán Miquel Blay.


Esta pieza está integrada en una pequeña exposición temporal sobre el artista, que lleva por nombre "Solidez y belleza". A pesar de que tiene varias obras, sólo me voy a detener en comentar brevemente ésta. Representa a una pareja de jóvenes en el instante del primer roce de sus cuerpos. Mediante un estilo que podríamos denominar lírico, se crea una escena de íntima ternura, gran belleza e intenso sentimiento. Sin embargo, la temática tiene un par de cosas que decirnos. Los expertos la han relacionado con la fábula de Dafnis y Cloe en su descubrimiento adolescente del amor y la sensualidad, además de con la iconografía de Paolo y Francesca, que tanto éxito tuvo en la pintura decimonónica. Sin embargo, éste es un planteamiento poco habitual para ese tema, ya que la figura masculina aparece embelesado por la belleza de la mujer, y no en una actitud protectora. Y creo saber por qué.

Esta escultura es un canto al Sagrado Femenino. Es decir, al culto a la Diosa. Me explico: el término "eclosión" hace referencia a la acción de nacer o brotar un ser vivo después de romper la envoltura que lo contenía. En este caso, quien nace es la mujer. Y nace de la Tierra, como buena Diosa que es. El lector mismo puede comprobar cómo el cuerpo femenino se funde con la roca, mientras que su pelo se mimetiza con las plantas.

 

Si el lector no me cree le animo a que vaya al Museo a comprobarlo: la mujer está emergiendo de la roca, del núcleo ctónico, personificando a la Madre Naturaleza en la figura de una joven dama, de la que el hombre queda embelesado. La muchacha tiene una actitud de serenidad y majestad, llevando flores en su mano; y es el joven el que se acurruca en su pecho como un hijo con su madre. Es la personificación de la divinidad femenina, de la madre-esposa. Y el hombre trata de reencontrarse, de fundirse con ella y retornar, así, a la anhelada Unidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario