sábado, 21 de enero de 2017

Penitencia, perdón y furia en el Prado


En 1632, José de Ribera, el Españoleto, recibe el encargo de pintar las Furias, cuatro cuadros que representan los cuatro grandes supliciados de la mitología clásica, símbolos del dolor y el sufrimiento. Pero sólo se conservan dos, Ticio e Ixión. La primera frase que aparece en el cómic es", explica el guionista y escritor Antonio Altarriba, "falta Sísifo. También falta Tántalo. ¿Qué ha ocurrido? ¿Dónde están esos cuadros? ¿Cómo se pintaron? ¿Cómo han desaparecido?" Son las preguntas que conforman el hilo argumental de El perdón y la furia, un cómic de los autores de Yo, asesino, Altarriba y Keko, que trasladan a viñetas el universo de Ribera para contar la historia de un profesor de universidad llamado Osvaldo, empeñado y obsesionado por descubrir el misterio de la desaparición de los dos cuadros, un viaje violento y cruel por la oscuridad, la redención y el dolor, la penitencia, el perdón y la furia.

Viñeta del cómic sobre el artista José de Ribera

El cómic, dice el escritor, "tiene mucho de thriller, de obsesión personal, hay crímenes y una trama que podríamos considerar policiaca, pero es sobre todo la obsesión de un profesor intrigado por uno de los grandes misterios que rodea la obra de Ribera". En El perdón y la furia, Keko dice haberse "subido" al torreón en el que se recluye el protagonista de la historia, para "convertirse en él",  y confiesa que al principio tuvo dudas acerca de si en el Museo aceptarían bien "una historia tan violenta y cruel, en la que iba a haber asesinatos", en tiempos de tanta corrección política. El dibujante usa su habitual gama cromática de negro, blanco y rojo y traslada el universo de Ribera a las viñetas en el tratamiento de la luz y las posiciones de los personajes que aparecen. Esta es la segunda vez que el cómic entra en el Prado tras El tríptico de los encantados, de Max, en una apuesta del Museo por hacer de sus obras un punto de partida para la reflexión desde la creación contemporánea. Un diálogo natural en opinión de Altarriba, que cree que "un cuadro tiene alma de viñeta... y una viñeta tiene alma de pintura".

“Ribera es una invitación a la crueldad”, asegura Keko a EL ESPAÑOL. Es difícil encontrar a un dibujante más tenebrista y barroco en el panorama actual del cómic. “Veo cosas muy cercanas con él, sobre todo, el gusto por lo macabro y truculento. Más allá de la habilidad y su maestría tiene enfoques muy salvajes que reflejan la crueldad, el martirio y el sufrimiento. Es algo con lo que me identifico”, asegura. Keko dice que el libro cumple con el dictado riberiano, con escenas bastante fuertes, “muy en consonancia con el homenajeado”. Con ironía dice que no han cargado excesivamente las tintas, porque ya lo están. Las escenas más fuertes están sacadas de cuadros y dibujos suyos. “Visitad el Prado - recomienda el dibujante - Está lleno de violaciones, despellejamientos, martirios, es un festín de la crueldad. Nuestro libro en esto es muy respetuoso con Ribera… ya veremos si con el lector de nuestros días”. El cómic en blanco y negro incluye las obras referidas en color. El relato parte del género policíaco y, de alguna manera, retoma la anterior narración de ambos autores. En aquel libro, el protagonista era catedrático en Historia del Arte, especialista en pintura barroca, y asesino en serie. Justifica sus acciones criminales como obras artísticas. “Ese fue el punto de partida que en el Museo del Prado interesó para desarrollar”, comenta Altarriba.

Una de las páginas del libro El perdón y la furia. 

Ahora, con El perdón y la furia, presentan a un profesor obsesionado con su investigación sobre Ribera. Esa es la excusa para trazar una visión contemporánea de Ribera a partir de sus obras. A partir del misterio sin resolver de la desaparición de dos de las Furias (Sísifo y Tántalo), plantean un thriller que se pregunta si Ribera era un pintor religioso y místico o un virtuoso de la composición y de la anatomía. “¿Era un formalista interesado por el tenebrismo o un arrebatado místico que participaba de la fe que demuestran esos cuadros?”.

Así es como el pintor más bello y terrible, salta al cómic con sus tormentos y martirios. Espeluznante y místico, así es como se hace popular un artista incorrecto: “Ahora pasamos por una época en la que todo molesta y todo ofende. Si seguimos así, llegará un momento en el que no podrás hacer nada sin ofender a alguien, aunque no quieras. Hasta un chiste puede ofender. Esto va en detrimento de la libertad de expresión”, dice Keko. Eso es Ribera, algo muy reivindicable en los aceites de la corrección. "Keko está soberbio, pero creo que es su mejor trabajo”, asegura Altarriba. Keko es pura expresión tenebrista. El dibujante de las sombras apasionado por el Barroco español y sus claroscuros y las luces duras, también se recrea en el dolor y la crueldad de los castigos por amenazar a la autoridad. Ixión por tratar de seducir a la diosa Hera por lo que Zeus, primero, le azota brutalmente y luego le ata a una rueda encendida que gira sin cesar en el Tártaro, donde todavía cumple su castigo.

Cuenta Altarriba que cada cuadro de Ribera es una historia concentrada, un guion en una imagen, como si fuera una viñeta. Keko lo discute: “El cómic es una secuencia de imágenes, no una imagen condensada. Eso sería más una ilustración”. Por cierto, el dibujante cree que el cuadro de Ixión, que el Prado muestra tan desafortunadamente en la rotonda de Goya, debería contemplarse vertical y no horizontal. Quizá de esta manera se evitarían los reflejos que lo ciegan, quizá así se verían las las gotas de sudor del martirizado.

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