domingo, 7 de junio de 2015

Grandes Desconocidos: el mármol de Torreggiani

En esta nueva entrada de los Grandes Desconocidos presentamos una escultura, que ya de por sí es un género bastante desconocido dentro de la colección del Museo del Prado. En esta ocasión mostramos al lector la obra que preside la sala donde se encuentra ese cuadro de Esquivel que vimos en una entrada anterior: he aquí el busto de "Isabel II, velada", de Camilo Torreggiani.

 

Resulta difícil explicar con palabras la sensación que despierta la contemplación de este busto, considerando que el artista lo hizo a partir de un solo bloque de mármol y demostró sobradamente su maestría en el tratamiento de la técnica del paño mojado. 

El escultor italiano Camilo Torreggiani, especialista en la realización de retratos de busto, ejecutó éste de la reina Isabel II de España en el que la soberana aparece con el rostro velado, lo que puede asociarse a la iconografía de la Fe, la Virtud o la Religión. Es posible, por tanto, su interpretación en tono alegórico en tanto que representa a la reina como garante de la fe católica y la virtud en España. Pero lo que sin duda constituye la obra es un alarde de pericia y virtuosismo técnico por parte del artista. Al escultor le pagaron 34.000 reales, 28.000 como tasación de la obra y 6.000 por los desplazamientos; cantidad muy inferior a la que él había indicado en la tasación. Torreggiani consideró esto como un desprecio hacia su trabajo y un ultraje hacia su persona, no aceptando nunca más un encargo de la corona española "por ser incapaz de mantener sus promesas".

Como curiosidad, decir que este rostro de Isabel II con el velo les puede resultar familiar a los estudiosos del Antiguo Egipto y de sus ceremonias mistéricas. Porque en uno de los templos donde se llevaban a cabo estos famosos Misterios, la imagen devocional era un busto de la diosa Isis, velada (curioso que el nombre Isabel provenga de Isis + bella).

La antigua ciudad de Sais, localizada en el delta del Nilo, se dice que fue el lugar donde se encontraba el sepulcro del dios Osiris y también, según Heródoto, un templo dedicado a Neith, asimilada por los griegos con Atenea. En este lugar se encontraba también un templo dedicado a Isis, esposa y hermana de Osiris, diosa de la fecundidad; donde se realizaban iniciaciones mistéricas de gran prestigio en todo el mundo antiguo. Los discípulos del templo de Isis, siempre en busca de la Verdad, descubre que sólo le será revelada si contempla el mundo en su unidad trascendente. Era en ese templo donde estaba el busto de Isis velada, un busto de piedra, y el maestro le dice al iniciado que la Verdad está en el rostro de la diosa, cuya imagen se ha cubierto con un velo que nadie que no haya sido purificado puede levantar sin morir. Este velo es el símbolo de la naturaleza misma: lo que se oculta detrás de la multiplicidad de los fenómenos es la unidad esencial donde se encierra el significado de todas las cosas.

Quizá el lector haya oído la expresión "Descorrer el velo de Isis". Dicen que en el frontispicio de su templo en Sais se podían ver escritas las siguientes palabras: << Soy todo lo que ha sido, es y será. Ningún mortal ha quitado jamás todavía el velo que oculta mi divinidad a los ojos humanos. >> Descorrer el velo significa sobrepasar los dogmas y las religiones para poder acceder al verdadero conocimiento, llegar a la Luz espiritual donde todo Es, la calma en mitad del mar de la Sabiduría.

    

"Isabel II, velada" es sólo una de las muchas obras de escultura que esconde el Museo del Prado. Nosotros solemos explicar en distintos recorridos la pintura, pero si el lector quiere redescubrir el Museo, la Ruta de Escultura es una muy buena opción para admirar alguna de las joyas que se conservan en Madrid del arte de la talla de piedras. Esperamos verles pronto. Gracias.

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