lunes, 27 de marzo de 2017

Misterios iconográficos en Salamanca

¡Buenos días! Teníamos que haber publicado esta entrada el fin de semana, pero hemos estado un poco liados y no ha habido tiempo. Pero no pasa nada, porque el lunes por la mañana tampoco es un gran retraso. La semana pasada hablábamos de las cosas curiosas, en lo que a iconografía se refiere, que vimos en nuestro viaje a Chinchón hace ya un tiempo. Pues bien, hace un par de fines de semana (o tres, ya no lo recuerdo) nos fuimos a Salamanca. Y encontramos también cosas interesantes. Veámoslas. 

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Lo primero que encontramos en Salamanca (y es mi parte favorita) es la Iglesia de San Marcos. Construida a finales del siglo XI o principios XII, se encuentra en la zona de la antigua muralla, en la Puerta de Zamora. Como podéis ver, es singular por su pequeño tamaño (tiene unos 22 metros de diámetro) y sobre todo, por su forma: es redonda. O lo que es lo mismo, tiene planta centralizada. ¿Una iglesia circular del siglo XI-XII en Castilla y León? Esto huele a templario por todas partes. Y en efecto, así es. Tal vez por fuera no haya muchos indicios, pero al acceder al interior se despejan todas las dudas. Y es que, aparte de que los muros estén salpicados de las características cruces gules patadas (la cruz usada por la Orden del Temple), en uno de sus muros se custodia la imagen de una Virgen Negra. Para qué quieres más. Por lo demás, es una iglesia sencilla, con tres ábsides, y se sigue celebrando culto en su interior. Es probablemente la iglesia más antigua de Salamanca, y la mejor (para mi gusto, claro).

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La foto no es ninguna maravilla, pero permite apreciar la talla de la Virgen Negra, enormemente 
vinculada con los cultos a Isis, a las Diosas de la Tierra y a los templarios

Esta iglesia es lo más heterodoxo que pude encontrar en toda la ciudad, con excepción de una cosa: la llamada Cueva de Salamanca. Se trata de un enclave legendario donde la tradición popular asegura que impartía clase el Diablo. Esta cueva se corresponde con lo que fue la cripta de la ahora inexistente iglesia de San Cebrián. Resulta curioso cómo la tradición de la Cueva de Salamanca pasó a Hiberoamérica y a día de hoy reciben el nombre de salamancas a los lugares donde brujas y demonios celebran sus aquelarres. La tradición dice así:

"Vestido de manso sacristán, el diablo, impartía sus maestras clases de
adivinación, astrología, magia y ciencias ocultas, a siete alumnos,
durante siete años. Uno de ellos, como pago, debía quedarse a servirle
en la cueva por el resto de su vida."

Exterior de la Cueva de Salamanca

En Recueil des Histories de Troyes, una obra anónima publicada en 1464, esta escuela fue fundada por Heracles (aunque también se atribuye su creación a los árabes y a los celtas), y durante varias generaciones se impartieron aquí oscuras enseñanzas. ¿Cuánto hay de verdad en esta historia? Pues parece que bastante. El párroco Clemente Potosí impartía clases en la cripta (aunque también se dice que este espacio no sería la cripta sino la sacristía) de la antigua Iglesia de San Cebrián; doctrinas y lecciones de astrología, geomancia, hidromancia, piromancia e incluso quiromancia, con el objetivo de que sus alumnos aprendiesen técnicas adivinatorias. Un gran secretismo protegía el contenido de estas enseñanzas, lo que dio lugar a la leyenda. Tan místicas eran las lecciones, que sólo podían recibirlas siete alumnos en un período de siete años. Del pago por la iniciación se encargaba sólo uno de los estudiantes, que después de un sorteo, si no le era posible pagar la cuota, debía quedarse encerrado en la cueva ayudando al párroco. Uno de estos iniciados fue el marqués de Villena don Enrique de Aragón, quien atraído por el ocultismo durante sus años de estudiante en la Universidad de Salamanca, tuvo la mala suerte de ganar el torneo para realizar el pago y, al no tener con qué pagar, fue encerrado en la cueva.

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Don Enrique de Aragón, marqués de Villena, fue discípulo del sacerdote de la Cueva de Salamanca

No resignándose a su destino, el joven y futuro marqués ideó un plan para escapar, escondiéndose en una tinaja y ocultándose a la vista de su secuestrador. Cuando el párroco regresó a la cueva no lo encontró, y salió corriendo en su búsqueda sorprendido, dejando la puerta abierta y dando la oportunidad a Enrique para huir y esconderse en la iglesia, de la que salió a la mañana siguiente, cuando se abrieron las puertas. Según las leyendas, la Cueva de Salamanca es el punto de acceso a una compleja red de galerías subterráneas que recorren el subsuelo de la ciudad, tal como ocurre en Toledo. La Cueva ha sido mencionada en los escritos de importantes autores como Cervantes, Calderón de la Barca, Walter Scott o Ricardo Rojas. A la entrada de la Cueva te da la bienvenida el busto en bronce de don Diego de Torres y Villaroel, importante personaje humanista que publicaba un almanaque anual en el que emitía profecías, llegándose a cumplir algunas.

 Torre Villena y el rostro de Diego Torres de Villarroel
La Torre Villena, a la entrada de la Cueva, y el busto de Diego de Torres y Villaroel

No podemos terminar esta entrada sin referirnos al motivo iconográfico más omnipresente en Salamanca. Me estoy refiriendo a la famosa rana de la fachada de la Universidad. Se trata de un mero detalle ornamental que ha ido cobrando importancia hasta convertirse en un icono de la ciudad. Se decía que, entre un grupo de estudiantes, quien encontrase la rana primero aprobaría todas las materias. Con el paso del tiempo la leyenda se extendió hasta aquellos que no eran estudiantes, pasando a ser un símbolo de buena suerte en general para quien, de un grupo de personas, la viese primero.

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El portal de la Universidad se divide en tres cuerpos horizontales. En orden ascendente el inferior está dedicado a los Reyes Católicos (representados en el medallón central), el segundo al emperador Carlos V y el tercero al Paraíso. En la gran pilastra de la derecha, según miramos a la fachada, y en la terminación del primer cuerpo, se encuentran labradas a modo de capitel tres calaveras. La de la izquierda porta encima una rana de pequeño tamaño. La contemplación de la fachada atrae a numerosos turistas, acompañada de la insistente búsqueda del detalle ornamental de la rana. De esta forma se quejaba Unamuno: "no es lo malo que vean la rana, sino que no vean más que la rana". Ahora bien, ¿por qué la rana va acompañada de una calavera? ¿Es simplemente un detalle sin importancia, por que había que colocar la rana en algún lado, o tiene un sentido más profundo?



Las culturas ancestrales suelen atribuir significados positivos a la rana, dotando a este animal de un sentido simbólico de unión entre el agua y la tierra, por su condición de anfibio. Sin embargo en el mundo cristiano, y especialmente durante el Medievo (que es lo que tenemos aquí), la rana se veía como un animal cargado de connotaciones veladas y ocultas, asociada con el mundo de la magia y la brujería. Incluso se decía que era un símbolo del mal y de lo diabólico. Y en efecto, la rana se ha asociado muy a menudo con la muerte e incluso con la lujuria. En el Antiguo Egipto era también un símbolo importante, pero en el Antiguo Testamento se le empieza a dar un carácter negativo (recordemos que la primera plaga que sufre Egipto en tiempos de Moisés es de ranas), que se extenderá por todo el mundo cristiano marcando para siempre la iconografía de los siglos venideros. Pobre batracio. Afortunadamente hoy, la gente ve en ella un símbolo de buena suerte y no de muerte y pecado. Menos mal.

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