sábado, 30 de abril de 2016

Días de Danza y Noches de Brujas

Este fin de semana está teniendo tantos motivos dignos de celebración que no se me ha ocurrido en cuál podía centrarme, de manera que he hecho un pequeño mix. En primer lugar, el viernes se celebró el Día Internacional de la Danza, donde por primera vez en su historia el Museo del Prado tuvo participación directa. Ese mismo día por la mañana tuvo lugar una iniciativa de Margaret Jova (bailarina y coreógrafa) que sigue la estela de lo hecho en 2015, cuando se celebró un baile el 29 de abril frente al Guernica de Picasso en el Museo Reina Sofía. Faltaba el Museo del Prado, donde tantas obras tienen referencia directa o indirecta al arte terpsicoreo.

La jornada empezó con dos bailarines del Ballet de la Comunidad de Madrid que dirige Víctor Ullate y que interpretaron un fragmento de su coreografía Pastoral; los artistas Marlene Fuerte y Josué Ullate ofrecieron el dúo que simboliza el amor joven. La jornada la cerró María Pagés con su pieza Conciencia y deseo, sobre música de Rubén Levaniegos, una coreografía que narra la búsqueda del deseo como compromiso ético con la vida. Para Pagés, es una danza conceptual. La artista leyó el poema del bailarín y coreógrafo Lemi Ponifasio, ideado como mensaje del Día Internacional de la Danza y comisionado por la UNESCO. El lugar escogido para la ocasión parecía el ideal, casi escenográfico y muy teatral, que remitía tanto a la antigüedad clásica como a los teatros palladianos. La Sala de las Musas donde, sobre sus pedestales, están esas famosas ocho esculturas llenas de leyenda y belleza (a algunas de ellas les han cambiado la cabeza varias veces o arrancado el añadido de un brazo en tiempos del Barroco): proceden estas estatuas de la colección de la reina Cristina de Suecia y en origen son de la época del emperador Adriano, donde (se dice) decoraron un teatro. Euterpe, Talía, Calíope, Erato, Urania, Clío, Polimnia y Terpsícore volvían por unas horas con este acto a su origen decorativo inicial, ofreciendo un decorado perfecto para el baile, ya fuera de carácter contemporáneo como hace la compañía Kor'sia, clásico actual como hacen los bailarines de Ullate o de ballet flamenco moderno como ofrece María Pagés. 



"Danza de personajes mitológicos y aldeanos", de Rubens

Por su parte, el sábado se celebró la Noche de Walpurgis, una festividad que se celebra la noche del 30 de abril al 1 de mayo en grandes regiones de la Europa central y septentrional. También es conocida como la noche de brujas. El origen de esta festividad se encuentra en antiguas celebraciones paganas germanas, adorando e invocando a los dioses de la fertilidad la noche del 30 de abril. La tradición señala esta fecha como de transición de la primavera al verano, la festividad de Beltane en honor a Belenos, dios del fuego, prendiendo hogueras para renovar con el humo a los pueblos y sus habitantes. La festividad resultó adoptada en algunos puntos para uso de brujería; luego fue absorbida con la llegada del cristianismo, atribuyéndole vagos orígenes relacionados con un supuesto cumpleaños de Satanás.

En la antigua Roma, el mes de mayo estaba consagrado a los antepasados (maiores). Era un mes en el que toda Europa y Asia se creía que los aparecidos hacían sus incursiones entre los vivos. Durante la Antigüedad y la Edad Media, se perpetúa una gran prohibición: hay que evitar casarse en mayo porque durante ese período se corre el riesgo de contraer matrimonio con una aparecida o con una mujer embrujada del Otro Mundo. En la mitad septentrional de Europa estaba muy difundida la creencia de que una divinidad protegía a las brujas y que las reunía una vez al año en lo alto de una montaña. Estos concilios se confundían con los de seres míticos, y la fecha de reunión, "la noche de las calendas de mayo", está relacionada con las Walquirias de la mitología nórdica. Otro elemento de carácter mitológico es que se decía que las brujas salían de sus casas formando cortejos, lo que recuerda la creencia de que "en determinadas noches es posible oír los estrépitos que producen ejércitos misteriosos, cortejos de almas y espíritus, sobre todo en la época del solsticio de invierno". Con el devenir de los tiempos, la fecha aproximada de la celebración católica de la canonización de Santa Walpurgis (Valborg o Walburga) se trasladó del 25 de febrero (fecha de su nacimiento) al 1 de mayo, denominándose Noche de Walpurgis por coincidir la fecha de celebración con el día de Santa Walpurgis en el calendario sueco, debido a que el 1 de mayo de 870 d.C. fueron trasladadas sus reliquias. Para finalizar, un par de curiosidades: fue durante la Noche de Walpurgis de 1776 cuando Adam Weishaupt creó en los bosques bávaros a los Illuminati de Baviera. Y en uno de las escenas de la primera parte del Fausto de Goethe, Mefistófeles obliga a Fausto a presenciar una celebración de la Noche de Walpurgis en el monte Brocken.

  
  
"El Aquelarre", de Goya 

Y para terminar con esta entrada, pasada ya la Noche de Walpurgis se celebra este 1 de mayo el Día de la Madre, dedicado a todas las madres del mundo. Esta fiesta tiene su origen en la antigua Grecia, donde se le rendían honores a Rea, madre de los llamados dioses de primera generación (Deméter, Hestia, Hera, Poseidón, Hades y Zeus). Igualmente los romanos llamaron a esta festividad Hilaria cuando la adoptaron de los griegos. Se celebraba en el templo de Cibeles y durante tres días se realizaban ofrendas. Los católicos transformaron estas celebraciones para honrar a la Virgen María, la madre de Jesús. Sin embargo, yo me voy a despedir hoy con otra madre, menos conocida, pero tanto o más importante que la propia Virgen. Se trata de Santa Ana, la madre de María y por lo tanto abuela de Jesús, que se dice que es la evolución de una deidad hispana. Aquí os dejo el lienzo de Murillo, que se conserva en el museo, titulado "Santa Ana enseñando a leer a la Virgen". Y con esta entrañable escena, nos despedimos. Ultreia!



sábado, 23 de abril de 2016

La Magna Mater Cibeles y sus leones

Buenos días y buen fin de semana a todos. Con motivo de una charla  sobre simbología en Madrid que tengo esta tarde, he decidido compartir con vosotros la historia de uno de los emblemas más conocidos de la capital: la "Fuente de Cibeles", obra de Ventura Rodríguez en 1782, conocida por los madrileños simplemente como "La Cibeles". La fuente representa a Cibeles, diosa de la Tierra, la agricultura y la fecundidad, sobre un carro tirado por leones. La plaza donde está ubicada se llamó al principio Plaza de Madrid, y en el año 1900 tomó el nombre de Plaza de Castelar. En la actualidad está delimitada por los grandes edificios del Palacio de Buenavista (Cuartel General del Ejército), Palacio de Linares (Casa de América), Palacio de Comunicaciones (antes sede de Correos y actualmente de la Alcaldía de Madrid) y Banco de España. Lo curioso es que cada uno de estos edificios pertenece a un barrio distinto de Madrid.

    Fuente de Cibeles - 04.jpg


¿Quién es Cibeles? Originalmente una diosa frigia, Cibeles era la diosa Madre Tierra que fue adorada en Anatolia desde el neolítico. Como la Gea griega o su equivalente minoica Rea, Cibeles era la personificación de la tierra fértil, diosa de las cavernas y de las montañas, murallas y fortalezas, de la Naturaleza y los animales (especialmente leones y abejas). Su título de "Señora de los Animales", que también porta su equivalente minoica, revela sus arcaicas raíces paleolíticas. Es una deidad de vida, muerte y resurrección, siendo una de las diosas principales de los cultos del Oriente Próximo. 

Se la representa con vestimentas frigias y una corona con forma de muralla. Porta las llaves que dan acceso a todas las riquezas de la Tierra. Monta en un carro que simboliza la superioridad de la Diosa Madre, a la que se subordinan incluso los poderosos leones que tiran del carro. La leyenda, relatada por Ovidio en Las Metamorfosis (X, 570-704) relaciona a las bestias con una singular pareja mitológica: Hipómenes (Melanión, en otras versiones) y Atalanta. Era ésta una princesa frigia tan bella que todos los príncipes de los países vecinos la pretendían. Atalanta no quería casarse - reflejando el arquetipo mitológico de mujer independiente, en contra de lo normal en la época - pero su padre la obligaba constantemente a tomar un esposo. Finalmente, para que su padre la dejase en paz, Atalanta aceptó a casarse con uno de los príncipes... si conseguía vencerla en una carrera. Se dice que Atalanta era descendiente del pueblo de las amazonas, pues no había nada ni nadie que pudiese competir con su velocidad. La princesa derrotó a todos los príncipes que aceptaron el desafío y les cortó la cabeza. Hipómenes, por su parte, era un joven pastor que estaba enamorado de Atalanta, pero sabía que nunca podría vencerla en una carrera. Sin embargo, como a menudo ocurre con los héroes laureados de la mitología griega, una divinidad acudió en su ayuda. Concretamente la diosa Atenea, deidad de la sabiduría, quien dio a Hipómenes un cesto de manzanas de oro y le dijo que las fuese arrojando tras él a lo largo de la carrera. Así lo hizo el pastor: cuando empezó la carrera, Hipómenes arrojó una manzana de oro al suelo, llamando la atención de Atalanta que se detuvo para recogerla y admirarla. Al emprender de nuevo la carrera y estar a punto de sobrepasar a Hipómenes, éste arrojó otra manzana y Atalanta se detuvo de nuevo a recogerla. Fue así como la princesa frigia perdió la carrera y tuvo que cumplir su promesa, casándose con Hipómenes. El mito finaliza con la unión impía de los amantes dentro del templo - recinto sagrado - dedicado a la diosa Atenea, quien además era la diosa de la virginidad. Al ver profanado su santuario, la diosa se enfurece y como castigo los metamorfosea en leones - ambos macho, por cierto -. Sin embargo, la diosa Cibeles se apiada de ellos y los acoge bajo su protección, unciéndolos a su carro. Ésos son los leones que podemos ver en la fuente de Cibeles y ésta es la historia que representa magníficamente el artista italiano Guido Reni en su obra "Hipómenes y Atalanta", conservada en el Museo del Prado.
     

Para terminar, mencionar que en los panteones griego y romano, la diosa Cibeles es identificada con Rea, esposa de Crono (Saturno) y madre de los principales dioses del panteón: Hestia (Vesta), Deméter (Ceres), Hera (Juno), Hades (Plutón), Poseidón (Neptuno) y Zeus (Júpiter). De acuerdo con la mitología griega, Cibeles rescató al dios Dionisos de su peregrinaje por el desierto, lo curó de su locura y lo inició en sus Misterios... ya hablaremos de este dios en otra ocasión, pues merece un comentario aparte.

"Triunfo de Baco y Ariadna" (detalle), de Carracci

sábado, 26 de marzo de 2016

Post Mortem

He pasado un mes sin publicar nada en este blog, en parte porque no tenía nada que contar, en parte porque he centrado la mayor parte de mis esfuerzos en el otro blog. Pero ya que estamos en Semana Santa, concretamente en Sábado Santo - ese momento intermedio entre la muerte y la resurrección de Jesús -, he decidido traeros algunos cuadros del Prado, de distintos artistas, que ilustran muy bien esos momentos de la vida/muerte de Jesús. El primero es, lógicamente, la crucifixión. Y más concretamente, "Cristo Crucificado", de Velázquez. El momento de la muerte, en su aspecto más puro. Sin artificios.


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Velázquez no incluye en su lienzo nada que augure la posterior resurrección. Muestra a Jesús con la cabeza gacha, inerte, sus cabellos cayendo sobre su rostro mientras mana la sangre de sus heridas. Con todo, Velázquez ha decidido incorporar un soporte para los pies en la cruz, de manera que Jesús puede apoyarse en él. También es una de las pocas crucifixiones donde aparecen cuatro clavos en lugar de tres. Pero todo denota soledad, respeto... es la imagen de la misma muerte, fondo negro incluido. 

Muy distinto es el momento posterior, cuando José de Arimatea - miembro del Sanedrín y uno de los hombres más ricos de Jerusalén - le pide a Poncio Pilato que le permita darle a Jesús un enterramiento digno, puesto que ha muerto en la cruz. Pilato acepta, y ese momento en el que los más fieles seguidores del Cristo le bajan de la cruz y le envuelven en una sábana blanca queda perfectamente reflejado en la pintura titulada "El Descendimiento", de Roger van der Weyden.



En esta obra Van der Weyden refleja no sólo el descendimiento de Cristo de la cruz, sino que incluye simbólicamente los tres elementos que convierten a Jesús en lo que es. El fondo dorado, típico del arte gótico, se usaba ya en el Antiguo Egipto como representación de la divinidad. Refleja a Jesús Dios. Por su parte, el hombre calvo en segundo plano, a la derecha del lienzo, sostiene una urna funeraria que es símbolo de muerte. El símbolo de Jesús Hombre. Y finalmente, en la parte baja del lienzo, a mano izquierda, encontramos una calavera al lado de una pequeña planta en flor. Es el símbolo de la resurrección. Después de la muerte hay vida. Es el emblema de Jesús Resucitado. Y Van der Weyden lo incluye todo en el mismo lienzo, entre otras muchas cosas que no vienen a cuento. Porque lo que ocurre después del Descendimiento, lo sabemos todos: Jesús es introducido en un sepulcro de piedra, en una cueva cercana al monte Gólgota, lugar de la crucifixión. Así lo refleja Tiepolo en su "Entierro de Cristo".



Tiepolo, ya en el siglo XVIII, hace gala de un exhaustivo naturalismo. Nicodemo, José de Arimatea y los hombres que dan sepultura a Jesús son hombres mortales, sin signos de divinidad. Solamente la Virgen María, a la izquierda del lienzo vestida de azul, luce un discreto halo de santidad. El cuerpo de Jesús es cadavérico, blanco como el mármol, es realmente el cuerpo de un hombre muerto. Si no fuese por ese halo de santidad de María y los querubines que aparecen sobre el cadáver de Jesús, podría ser un enterramiento cualquiera, sumamente realista. Pero no lo es, porque todos sabemos lo que pasará al tercer día, una vez transcurrida la Pascua judía. Nos lo muestra El Greco en su "Resurrección de Cristo".

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Jesús reaparecerá como vencedor de la muerte, saliendo de su sepulcro. Sin embargo, esta escena no la describen los Evangelios. Tampoco se dice en los textos originales que hubiese soldados romanos custodiando la tumba de Jesús - ¿por qué habría mandado Pilato vigilar la tumba de un muerto? -. Todo eso son interpretaciones de exégetas posteriores, quienes habrían interpretado que Pilato tenía miedo de lo que decían algunos seguidores de Jesús, de que resucitase, y por eso ordenó a sus hombres que guardasen la entrada del sepulcro. Hay otros que dicen que en realidad tenía miedo de que robasen el cuerpo para poder decir que había resucitado. Sea como fuere, lo que El Greco - y tantos otros artistas - representó es Jesús resucitado saliendo del sepulcro, con la consiguiente sorpresa y temor de los soldados romanos. ¿Y qué ocurrió después? ¿Fueron a dar parte a Pilato? En la Biblia no se dice nada al respecto. Lo único que se dice es que pasado el Sábado Santo, María Magdalena y María Salomé - la madre de Santiago el Mayor y Juan - fueron al sepulcro de Jesús y se encontraron con que la enorme piedra que tapaba la entrada del sepulcro estaba corrida, y el sepulcro estaba vacío. Se dice que en el interior encontraron a un ser con blancos ropajes brillantes, y que tuvieron miedo. Pero el ser les dijo:

"No os turbéis. El que buscáis, Jesús nazareno, el crucificado, resucitó, no está aquí. 
Ved el lugar en que lo pusieron. Pero id, decid a sus discípulos y a Pedro que 
él irá delante de vosotros a Galilea. Allí lo veréis, como él os dijo."
Marcos 16:7-8

Las dos Marías salieron huyendo del sepulcro, porque estaban aterrorizadas. Pero una de ellas, María Magdalena, viviría un momento aún más sorprendente. Es lo que representa Corregio en su "Noli me tangere": el encuentro de la Magdalena con Cristo.

  Correggio Noli Me Tangere.jpg 

Noli me tangere significa en latín "no me toques". Es lo que le dice Jesús a María Magdalena después de haber resucitado y encontrarse con ella - que, por cierto, es la primera testigo de la resurrección -. María, al verle, pretende abrazarle y besarle al grito de "¡Maestro!", pero Jesús le prohíbe tocarle "porque aún no he ascendido al Padre". Este es uno de los momentos más místicos de la vida de Jesús. Después de la muerte ha resucitado, cierto, pero aún está a medio camino entre el mundo de la materia y el del espíritu. Si entra en contacto directo con la materia - el cuerpo de María Magdalena - volverá a estar corrupto y no podrá ascender al mundo del espíritu. Éste es el momento de la transmutación de Jesús, cuando su cuerpo - materia - debe morir - crucifixión - para volver a ser espíritu - resurrección - y ascender de nuevo al mundo sutil, su verdadero hogar. Y ese regreso a su mundo natural, al mundo de Dios, es lo que plasma Juan de Flandes en su lienzo titulado "La Ascensión del Señor".


Éste es el último instante que Jesús pasa en el mundo de los hombres. Después de decirles a sus discípulos que vayan y prediquen su mensaje por todo el mundo conocido, asciende en una nube, de vuelta al mundo de Dios. Y son sus seguidores los que deben difundir su mensaje por todos los pueblos. Será aquí cuando se formen las dos Iglesias. Por una parte estará la de Pedro, la ortodoxa, la Iglesia de Roma, la oficial y la que contará con la protección del emperador Constantino cuatrocientos años después de que Jesús haya ascendido al reino del Padre. Por otra parte estará la Iglesia de Juan y María Magdalena, la Iglesia gnóstica, mística y primitiva, la que entenderá el verdadero mensaje de Jesús, la que predicará que Dios está en cada uno de nosotros - porque todos somos Dios -, que el Reino de Dios está en nosotros y que la salvación debemos buscarla en nuestro interior. La resurrección de Jesús es una enseñanza más, nosotros también podemos purificarnos cuando llegue nuestra hora. Eso es lo que aprendieron María Magdalena y Juan, "el discípulo amado". Lógicamente, entre estas dos Iglesias hubo una lucha brutal que se saldó con las persecuciones de herejes, la quema de brujas, la censura, los asesinatos de la Inquisición, las cruzadas.... todo ello llevó a la victoria de la Iglesia de Pedro. Mas el mensaje de la Iglesia Gnóstica no se perdió. Juan de Flandes lo sabe al pintar esta obra. Pues, ¿quién es la figura que está de frente a la Ascensión de Jesús y que da la espalda al espectador? ¿Es Juan, con su característica túnica roja? ¿Es María Magdalena, de largos cabellos? No importa. Porque el mensaje que pretendían transmitir ambos es el mismo. Y Juan de Flandes, al colocar a este personaje en esa posición, se convierte a sí mismo, y a todo el que lo contempla, en un seguidor de esa Iglesia.

"Tríptico de la Pasión", de Luis de Morales

sábado, 20 de febrero de 2016

El Sueño de Ingres

Sabe Dios que Jean Auguste Dominique Ingres no es santo de mi devoción, y que la exposición que permanecerá en el Prado hasta el 27 de marzo sobre su obra me ha dejado más frío que maravillado. Sin embargo, hay dos cuadros que merecen mi admiración. Uno recibe el título de "Edipo y la Esfinge", representando el momento en el que el héroe Edipo resuelve el enigma que le propone la criatura, evitando así su muerte. El otro cuadro es "El Sueño de Ossián"


Ingres es conocido principalmente por sus retratos. Y es cierto, fue uno de los mejores retratistas de su época. Pero él quería hacer pintura histórica, cantos de las grandes glorias del pasado. Quería ser otro Delacroix, pero nunca lo consiguió. Por eso, cuando recibió la admiración y el apoyo de Napoleón Bonaparte, vio su gran oportunidad. Estaba claro que Napoleón pasaría a la historia como uno de los grandes, e Ingres quería dejar constancia de ello. Por ese motivo, Ingres diseñó este cuadro y su pareja "Rómulo, conquistador de Acrón" para renovar la decoración del Palacio del Quirinal, en Roma, cuando Napoleón regresara triunfal de su campaña en Rusia para sustituir al Papa en su residencia. El triunfo nunca tuvo lugar y Napoleón perdió gran parte de su ejército en las heladas campiñas rusas. Ingres había elegido para Napoleón dos pasajes de sus lecturas favoritas: las Vidas, de Plutarco; y las poesías épicas del bardo Ossián.

Más tarde se demostró que la poesía mitológica de Ossián era un fraude, una recopilación moderna que pretendía hacer pasar las canciones por medievales. Sin embargo, esto no merma la validez del lienzo. Su ubicación debía ser el dormitorio imperial, por lo que el tema del sueño parece muy apropiado. Lo que no parece tan adecuado es el tratamiento de la estética. Ossián aparece reclinado, dormido con la cabeza oculta, su perro a los pies, apoyado en su lira. En el sueño se le aparecen todos los personajes cuyas hazañas más tarde cantará. Los personajes son de un aspecto marmóreo, que Ingres indudablemente trataba de relacionar con la estatuaria clásica. Sin embargo, a pesar del esfuerzo del artista francés por ensalzar la gloria neoclásica de las grandes leyendas del pasado, para un espectador moderno esta pintura deja un sentimiento inquietante por su aspecto alucinatorio, con unos seres fantasmales que parecen congelados en el tiempo... en definitiva, una composición estética mucho más cerca del surrealismo.    

martes, 9 de febrero de 2016

El Santo Grial, en Valencia

Lamento el retraso con el que publico esta entrada. Este fin de semana he estado en Valencia y la falta de tiempo y recursos informáticos - léase ordenador y wifi - me ha impedido acudir puntual a la cita. Pero a cambio os traigo una entrada muy interesante acerca de algo que se conserva en la ciudad levantina: el Santo Grial.

El Santo Grial mide 17 centímetros. Su copa tallada en un gran trozo de ágata, tiene 9 cm. de diámetro y su pie, de forma elíptica, 14 x 16. Todo lo demás del Santo Cáliz: fuste con su nudo, sus asas laterales y la montura de la base es oro finamente nielado. En la montura de la base lleva engastadas 26 perlas del tamaño de guisantes, dos balaxes y dos esmeraldas.

El Santo Grial de Valencia, custodiado en la Catedral

Del Cenáculo de Jerusalén fue llevado a Roma por San Pedro y su discípulo San Marcos, a cuya familia, según toda la Tradición antigua, pertenecía la casa en la que Jesús celebró la Última Cena. En Roma sirvió de Cáliz Papal: con él dijeron misa los pontífices hasta el San Sixto II. No faltan quienes creen ver una prueba en el Canon Misae, que como se sabe, es el antiguo Canon papal. Al tomar los Papas el cáliz para la consagración del vino, decían:

"Y tomando (el Señor) este Cáliz, en sus santas y venerables manos (...)"

Luego creían que estaban consagrando en el mismo cáliz de la Última Cena. Durante la persecución del emperador Valeriano, uno de cuyos fines era apoderarse de los bienes de la Iglesia - que en aquellos años eran pocos -, San Lorenzo, Primer Diácono o Administrador de la Iglesia de Roma, distribuyó todo a los pobres a excepción del cáliz. Para salvarlo de la rapacidad de los perseguidores lo envió a su tierra natal, Huesca, con una carta suya tres días antes de sufrir su martirio. En Huesca el cáliz estuvo hasta el 713, año en que el obispo y los cristianos tuvieron que refugiarse en los Pirineos, huyendo de la invasión de los sarracenos. El cáliz pasó sucesivamente por Yebra, Siresa, Santa María de Sasabe (hoy San Adrián) y Bailo. Ramiro I edificó la Catedral de Jaca, la más antigua de las existentes en España y la más suntuosa de aquel entonces, a lo que parece, para sede del Grial. Allí debía haber estado, pero en 1071 fue llevado al monasterio de San Juan de la Peña, con motivo de la adopción de la liturgia romana en Aragón.

Monasterio de San Juan de la Peña, cerca de Jaca (Huesca)

En el monasterio de San Juan de la Peña estuvo hasta el 26 de diciembre de 1399, en que el rey aragonés Martín el Humano, apoyado por el papa Benedicto XIII y San Vicente Ferrer, consiguió llevárselo a su Oratorio del Palacio Real de la Aljafería de Zaragoza, dando a los monjes de San Juan una réplica fiel y preciosa, a modo de cierta compensación. Esta réplica es la que aún se conserva en el monasterio. Al morir Martín el Humano, en septiembre de 1410 lo encontramos en el inventario de sus bienes en Barcelona. El segundo sucesor del monarca, Alfonso V el Magnánimo fue quien lo trasladó a su Palacio Real de Valencia hacia 1424. A la Catedral le fue entregado el 14 de marzo de 1437 por su hermano y lugarteniente Don Juan, rey de Navarra, según consta en el volumen 3.532 fol. 36v-37v del Archivo Catedralicio.

De la Catedral de Valencia tuvo que salir dos veces: una cuando la Guerra de la Independencia (Marzo 1809 - Septiembre 1813), en que peregrinó por Alicante, Ibiza y Palma de Mallorca, huyendo de una posible depredación por parte de los invasores y otra cuando el Alzamiento Nacional (Julio 1936 - Julio 1939) en que estuvo escondido en la ciudad y en la villa de Carlet, salvándose así de la destrucción o la desaparición.

Hoy se halla en la capilla más hermosa de la Catedral de Valencia recibiendo un culto, que cada día va en aumento y cuyos fulgores universales ya se presienten.

 
Catedral de Valencia

Interior de la Catedral

Capilla del Santo Grial

sábado, 23 de enero de 2016

El Fruto del Infierno: María & Perséfone

        Con motivo de la adquisición por parte del Museo del Prado de la obra de Fra Angelico que ha recibido por título "La Virgen de la Granada", he decidido dedicar esta entrada a su breve comentario. Pero no en el aspecto formal ni estilístico, pues ya sabéis que esos asuntos me interesan menos y, por lo tanto, sé menos. Si deseáis una descripción detallada de la obra es mejor que consultéis la página web del propio Prado, porque aquí vamos a hacer un análisis distinto. Se conoce a esta obra como "La Virgen de la Granada", de manera que voy a centrar mi análisis en un elemento muy concreto: la granada.


         ¿Qué representa la granada, sostenida por la Virgen María y donde el Niño Jesús introduce su mano? Como bien dice el título, la granada es el fruto del Infierno. Pero no nos adelantemos. Porque la granada, como todo, tiene su historia. Desde hace al menos 5.000 años que en Asia occidental y el Norte de África se cultiva la granada. También se la veía en los Jardines Colgantes de Babilonia, una de las Maravillas del Mundo Antiguo. Los egipcios preparaban con su jugo un vino ligero con sabor a frambuesa que utilizaban en algunos ritos de iniciación de los templos de Edfú y Karnak; mientras que en Grecia, Hipócrates, considerado el primer médico de la Historia, vemos que recomendaba el jugo de granada contra la fiebre y como protección contra la enfermedad.

        Según la mitología griega, el primer granado fue plantado por Afrodita, la diosa del amor, la belleza femenina y la sexualidad. De esta manera, el primer significado que recibe la granada es la de fruta de la pasión. Sin embargo, el relato más conocido de la granada es el de Perséfone, la hija de la diosa Deméter, deidad de la Tierra. Los famosos Misterios de Eleusis giraban en torno a este mito de la doble Magna Mater. De acuerdo con el mito, Perséfone se encontraba un día recogiendo flores junto a unas ninfas en un campo de Enna cuando apareció su tío, Hades, dios del Inframundo; emergiendo de una grieta en el suelo. Enamorado de ella y sabiéndose no correspondido, Hades secuestró a Perséfone y se la llevó con él al interior de la Tierra. 

  G.L. Bernini - Ratto di Proserpina
"El Rapto de Proserpina", de Gianlorenzo Bernini.
Galleria Borghese, en Roma.

                 Las ninfas fueron castigadas por no haber intervenido, siendo transformadas en sirenas. La vida quedó paralizada mientras la desolada Deméter buscaba por todas partes a su hija perdida. Hécate, diosa de las tierras salvajes y de los partos, había oído sus gritos y sugirió a Deméter hablar con Helios, dios del sol, que todo lo ve, para que le contase lo que había pasado. Finalmente, Zeus no pudo aguantar más la agonía de la Tierra (en parte porque los humanos morían de hambre y sed y no podían ofrecer los sacrificios pertinentes a los dioses) y obligó a Hades a devolver a Perséfone, enviando a Hermes a rescatarla. Pero Hades, fingiendo arrepentimiento y como gesto de buena voluntad, le ofreció a su sobrina un fruto del Infierno: la granada. Perséfone comió, inconsciente de que quien probase un bocado de las frutas del Infierno se vería obligado a permanecer en él. Sin embargo, Hades no quería tener problemas con su hermano Zeus, por lo que llegó a un acuerdo con Deméter: durante seis meses, la joven diosa subiría a la tierra con su madre, y los otros seis meses los pasaría junto a Hades como reina del Inframundo. Cuando Deméter y su hija estaban juntas, la alegría de la primera hacía que la tierra floreciera de vegetación. Pero durante seis meses al año, cuando Perséfone volvía a los infiernos, la tierra se convertía de nuevo en un erial estéril. Perséfone se convirtió de esta manera en la terrible Reina de los Infiernos, con la granada como atributo, como recuerdo del fruto que marcó su destino.


           ¿Tienen relación la diosa Perséfone con la virgen María? Podéis investigar si es así, pero para los cristianos, el simbolismo de la granada es algo diferente. Para ellos, al igual que para los sufíes, la granada es un símbolo perfecto de la indiscutible y absoluta unidad de la existencia: la unidad del ser. La multiplicidad de sus semillas contenidas en la unidad del fruto. Como dice el viejo proverbio de los alquimistas, Uno es Todo y Todo es Uno. Dime, lector, ¿sabes ver la correlación de esta máxima con la imagen de la Virgen María?   


lunes, 11 de enero de 2016

Grandes desconocidos: Da Cortona

En esta primera entrada después de las fiestas me parece acertado presentar al gran público una Natividad. Pero no es una cualquiera. Hablo de "La Natividad", de Pietro da Cortona.

Esta pintura, fechada hacia 1658, fue un regalo para Felipe IV que le hizo el cardenal Francesco Barberini, sobrino del pontífice Urbano VIII (gran amigo y protector de personalidades como Galileo Galilei o Gianlorenzo Bernini). Tras la muerte del papa, que era conocido por sus tendencias anti-españolas, sube al trono de Pedro el filo-español Inocencio X. Gracias a esto, Felipe IV ordena la confiscación de las rentas eclesiásticas de las que Barberini gozaba en España e Italia. La reconciliación entre ambos se produjo en 1659, en parte como consecuencia de los regalos que el cardenal envió a Madrid. Entre ellos se encontraba esta pintura, cuyo soporte está formado por cuarenta y tres pequeñas placas de venturina y tres de pizarra.

La venturina, denominada así porque su producción dependía principalmente de la suerte o ventura, es una pasta de vidrio que imita los efectos de la piedra procedente de la India y Rusia a la que da nombre. Se comenzó a elaborar a principios del siglo VII en la ciudad veneciana de Murano, añadiendo óxido de cobre a la pasta de vidrio transparente. Así se conseguían característicos vidrios de intensidad variable, que Pietro da Cortona (1597-1669) aprovechó para evocar el cielo estrellado. El Museo Nacional del Prado no incluye esta pieza en su catálogo de obras maestras (cosa comprensible, ya que hay muchas otras que la superan en muchos aspectos), pero es una obra admirable y que da a conocer el significado de la belleza nada más se contempla. Tanto es así que, hasta el año 2009, "La Natividad" de Da Cortona estuvo en las salas del Tesoro del Delfín.